José Marti y la celebraciòn del Primero de Mayo
Cuando se realiza el Primer Congreso de la Segunda Internacional, en 1889, se decide declarar el Primero de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores como digno homenaje a los cuatro obreros asesinados en Chicago, Estados Unidos.
José Marti, Héroe nacional cubano, quien radicaba en los Estados Unidos, no estuvo ajeno a aquellos acontecimientos y como hábil cronista hizo llegar a La Nación, de Buenos Aires, sus impresiones, las que se conocen como Un Drama Terrible . (O.C.T.11, p. 333)
Merece decirse que Marti no se conformó con relatar esos sucesos, sino que ofreció criterios propios, el único en hacerlo en todo el sur de América.
Al valorar las causas que desencadenaron las manifestaciones obreras entre el primero y el cuatro de mayo de 1886, dice:
“Cree el obrero el obrero a tener derecho a cierta seguridad para lo porvenir, a cierta holgura y limpieza para su casa, alimentar sin ansiedad los hijos que engendra, a una parte màs equitativa en los productos del trabajo de que es factor indispensable (…), a algún rincón para vivir que no sea un tugurio fétido donde, como en las ciudades de Nueva York, no se puede entrar sin bascuas. Y cada vez que en alguna forma esto perdían en Chicago los obreros, combinándose los capitalistas, castigabànlos negándoles el trabajo que para ellos es la carne, el fuego y la luz; echàbanles encima la policía. ” . (O.C.T.11, p. 339).
Además de mejorar sus condiciones de vida “la casta obrera, determinada a pedir como prueba de su poder que el trabajo se reduzca a ocho horas diarias”.( . (O.C.T.11, p. 343)
El propio Marti reconoce que fueron agotadas todas las formas legales y pacíficas para alcanzar su objetivo, pero no eran escuchados, lo que provocaba diversas huelgas. El Maestro llegó a preguntarse: “Pues ¿no es ésta la batalla del mundo, en que los que lo edifican deben triunfar sobre los que los explotan?”. (O.C.T.11, p. 345)
La represión policial era despiadada y seis obreros fueron asesinados, sus compañeros, muchos de ellos emigrados de Europa, se mantienen en las calles. Un orador exclama: ”Es esto Alemania, o Rusia, o España.” No conciben tantos sufrimientos y terror en aquella gigantesca República.
Los anarquistas reclamaban la violencia para responder a la violencia policial. Màs de 50 000 trabajadores con mujeres e hijos fueron a la plaza principal aquel 1 de mayo de 1886 “ a oír a los que les ofrecían dar voz a su dolor”. Se escuchaban disparos, hay una explosión. Varios obreros y un policía mueren. Algunos anarquistas reconocidos son apresados y enjuiciados.
Aquel proceso judicial José Martì lo resumió con estas palabras: “Todo lo que va dicho ( se refirió a la táctica de los anarquistas), se pudo probar; pero no que los ocho anarquistas, acusados del asesinato del policía Degan, hubiesen preparado, ni encubierto siquiera, una conspiración, que rematase en su muerte. Los testigos fueron los policías mismos, y cuatro anarquistas comprados”. (. O.C.T.11, p. 347)
Solo Parson, Spìes, Engel y Fischer fueron ahorcados. Un asesinato judicial que contribuyó a que el Apóstol amara más a la clase obrera norteamericana.
En 1888, en otro reporte desde los Estados Unidos para La Nación, en Buenos Aires, afirma con respecto a la clase obrera de ese país: “… Cada hecho de que un trabajador sufre es consecuencia ordenada de un sistema que los maltrata por igual para todos y que es traición de una parte de ellos negarse a cooperar a la obra pujante e idéntica de todos.” . (O.C.T.11, p. 436)
Fuente:
Obras Completas. José Martì. Ed. 1975
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