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José Martì . En el 160 Aniversario del natalicio del Héroe Nacional de Cuba, una reseña de su pensamiento ético, patriótico, revolucionario, humanista, democrático, latinoamericanista y antiimperialista (1)

  • ¡De todos los cubanos! ¡Yo no sé qué misterio de ternura tiene esta dulcísima palabra, ni qué sabor tan puro sobre el de la palabra misma de hombre, que es ya tan bella, que si se la pronuncia como se debe, parece que es el aire como nimbo de oro, y es trono o cumbre de monte la naturaleza!

(Ibídem, Obras Completas. 4:271).

 

  • Cubanos, no hay hombre sin patria, ni patria sin libertad.

(“¡A Cuba!” Patria. Edición 96. Nueva York, enero 27 de 1894. OC. 3:54).

 

  • No hay hombres que sean más agradecidos que nosotros los cubanos.

(“Carta a William Kilpatrick”. Guantánamo, abril 28 de 1895. OC. 28:483; EJM. V:189).

 

  • Los cubanos que dan la vida por la felicidad de sus compatriotas tienen derecho a que el país porque se sacrifican atienda a las exacciones naturales de la guerra con que lo redimen.

(“Circular a los hacendados y dueños de fincas rurales. Jurisdicción de Cuba”. Cerca de Guantánamo, abril 26 de 1895. OC. 28:485; EJM. V:175).

 

  • [...] Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.

(“Discurso pronunciado en el Liceo Cubano”. Tampa, noviembre 26 de 1891. OC. 4:270).

 

  • La patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie; y las cosas públicas en que un grupo o partido de cubanos ponga las manos con el mismo derecho indiscutible con que nosotros las ponemos, no son suyas sólo, y de privilegiada propiedad, por virtud sutil y contraria a la naturaleza, sino tan nuestras como suyas; por lo que, cuando las manos no están bien puestas, hay derecho pleno para quitarles de sobre la patria las manos.

(Ibídem, OC. 4:239).

 

  • No hay más patria, cubanos, que aquella que se conquista con el propio esfuerzo.

(“¡A Cuba!”. Patria. Edición 96. Nueva York, enero 27 de 1894. OC. 3:54; EJM. IV:214).

 

  • Álzanse con derechos que no es hora aquí de recordar; pero aun cuando fueran estos hombres bandas de ciegos y de locos, el espíritu más flaco, al ánimo más rudo, a la intransigencia más pertinaz admirarían e infundirían respeto estos héroes que se levantan con todas las abnegaciones, sin esperar más recompensa para su vida que desaparecer oscuramente en los campos libertadores de la patria. Es una generación que se sacrifica porque otra generación viva respetada, noble y libre, [...]

(“A ‘La Colonia’. Revista Universal. México, mayo 27 de 1875. OC. 1:125-126).

 

 

  • [...] Calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.

(Ibídem, OC. 6:18).

 

  • [...] Los ancianos son los patriarcas; [...]

(Ibídem, OC. 6:204).

 

  • ¡Oh, hombres ancianos, regocijo del espíritu, gusto de los ojos, orgullo para los que nacemos, y gala y lustre rica de las copiosas remembranzas de la patria!

(Ibídem, OC. 6:305).

 

 

  • ¿[...] De qué vive el artista sino de los sentimientos de la patria?

(“La exhibición de pinturas del ruso Vereschagin”. La Nación. Buenos Aires, marzo 3 de 1889. Nueva York, enero 13 de 1889. OC. 15:433).

 

  • Más bandolero es aun quien roba honras útiles a la patria que quien roba honras privadas.

(Ibídem, OC. 3:401).

 

  • La vida está suspendida, el ánimo indeciso, la mano floja para todo, y fuerte sólo para caer sobre los que harían del lugar más hermoso de la tierra, la mansión de todas las vilezas y delitos, si unos cuantos bravos y unos cuantos buenos no supieran dar toda su vida, en aras de la patria, para compensar la porción de sacrificio que le escatiman los demás.

(“Discurso escrito en Nueva York en la década de los 80”. OC. 28:330).

 

  • El cubano ama la gloria, porque es capaz de ella: ama a los que pasean por el mundo la gloria de su patria.

(“En los talleres”. Patria. Edición 9. Nueva York, mayo 7 de 1892. OC. 4:399).

 

  • Cubanos, no hay hombre sin patria, ni patria sin libertad.

(“¡A Cuba!” Patria. Edición 96. Nueva York, enero 27 de 1894. OC. 3:54).

 

  • El más punible de los delitos es aquel que lastima, o trata de oscurecer, una fama o una pureza útil a la patria.

(“Un bandolero”. Patria. Edición 138. Nueva York, noviembre 24 de 1894. OC. 3:401).

 

  • [...] Es moda, del enemigo sin duda, tachar de demagogo a quien procure, por la unión y el roce libre de todas sus fuerzas, salvar a la patria de la demagogia verdadera, de los autoritarios que pululan entre los pobres como entre los ricos, de los segundones, brillantes o rastreros, que se pasan la vida de salario, y gustan más de la compañía de quien lo paga que de la de quien lo gana.

(Ibídem, OC. 4:303-304).

 

 

  • El hombre, fuera de su patria, es como un árbol en el mar.

(“En casa”. Patria. Edición 14. Nueva York, junio 11 de 1892. OC. 5:374).

 

  • Es túnica sacerdotal, una investidura de diputado. Como que unge. Como que eleva. No es ya un hombre, sino una atalaya. Se es la patria, y se mira la mente como un vaso sagrado.

(“Cartas de Martí”. La Nación. Buenos Aires, mayo 9 de 1884. Nueva York, marzo 28 de 1884. OC. 10:43).

 

  • Los egoístas, frente a su vaso de vino y panal, se burlan, como de gente loca o de poco más o menos, como de atrevidos que les vienen a revolver el vaso, de los que, en aquel instante tal vez, se juran a la redención de su alma ruin, al pie de un héroe que muere, a pocos pasos del panal y el vino, de las heridas que recibió por defender la patria.

(Ibídem, OC. 2:377).

 

  • El verdadero objeto de la enseñanza es preparar al hombre para que pueda vivir por sí decorosamente, sin perder la gracia y generosidad del espíritu, y sin poner en peligro con su egoísmo o servidumbre la dignidad y fuerza de la patria.

(“Revolución en la enseñanza”. La Nueva Enseñanza. San Salvador. República de El Salvador, enero de 1894. ACEM, No. 8, 1985, p. 18).

 

  • Jóvenes y viejos han de estar perpetuamente en la faena nacional: crece de este modo lo mejor del alma, y el desdén de los apetitos vulgares que la tientan y afean, y se ahorran a la patria, con la labor suave y gloriosa, con la labor llana y útil de todos los momentos,—los partos de sangre.

(“En los Estados Unidos”. La Nación. Buenos Aires, diciembre 24 de 1890. Nueva York, noviembre 11 de 1890. OC. 12:472).

 

  • Son las familias como las raíces de los pueblos; y quien funda una, y da a la patria hijos útiles, tiene, al caer en el último sueño de la tierra, derecho a que se recuerde su nombre con respeto y cariño.

(“Justo pésame”. Patria. Edición 100. Nueva York, febrero 21 de 1894. OC. 28:317).

 

  • Héroe, se lo puede ser todos los días: pero el verdadero héroe es el que sacrifica su heroísmo al bien de su patria.

(“Los moros en España”. Patria. Edición 84. Nueva York, octubre 31 de 1893. OC. 5:335).

 

  • [...] Lo que queremos es saludar con inefable gratitud, como misterioso símbolo de la pujanza patria, del oculto y seguro poder del alma criolla, a los que, a la primer voz de la muerte, subieron sonriendo, del apego y cobardía de la vida común, al heroísmo ejemplar.

(“Discurso pronunciado en conmemoración del 27 de noviembre de 1871”. Tampa, noviembre 27 de 1891. OC. 4:284).

 

  • De una patria, como de una madre, nacen los hombres; [...]

(“Noticias de Francia”. La Opinión Nacional. Caracas, octubre 4 de 1881. Nueva York, septiembre 16 de 1881. OC. 14:100).

 

  • Los hombres son productos, expresiones, reflejos. Viven, en lo que coinciden con su época o en lo que se diferencian marcadamente de ella; lo que flota, les empuja y pervade; no es aire sólo lo que les pesa sobre los hombros, sino pensamiento; esas son las grandes bodas del hombre: sus bodas con la patria.

(“Henry Ward Beecher. Su vida y su oratoria”. S/F. OC. 13:34).

 

  • La inteligencia se ha hecho para servir a la patria.

(“Fragmentos 231”. S/F. OC. 22:142).

 

  • Y no cuido del aliño de mi obra, breve y raquítica muestra de la que intento en beneficio de la patria,—porque no tiene derecho a los refinamientos de la calma un lenguaje que no ha sabido conquistar aún para su pueblo la calma honrada y libre; ni debe el buen guerrero, en la hora del combate, curar de su belleza, sino de ofrecer el pecho ancho, como escudo del patrio pabellón, a las espadas enemigas.

(“Lectura en la reunión de emigrados, en Steck Hall”. Nueva York, enero 24 de 1880. OC. 4:183).

 

  • De llorar, tiempo se tiene en la callada alcoba, frente a sí mismo, en la solemne noche: durante el día, la universal faena, el bienestar de nuestros hijos y la elaboración de nuestra patria nos reclaman.

(“El carácter de la ‘Revista Venezolana’”. Revista Venezolana. Caracas, julio 15 de 1881. OC. 7:210).

 

 

  • [...] No mueren los que a la ciencia y a la patria hicieron bien.

(“Boletines de Orestes”. Revista Universal. México, julio 31 de 1875. OC. 6:289)

 

  • Del semillero de las tumbas levántase impalpable, como los vahos del amanecer, la virtud inmortal, orea la tierra tímida, azota los rostros viles, empapa el aire, entra triunfante en los corazones de los vivos: la muerte da jefes, la muerte da lecciones y ejemplos, la muerte nos lleva el dedo por sobre el libro de la vida: ¡así, de esos enlaces continuos invisibles, se va tejiendo el alma de la patria!

(Ibídem, OC. 4:284).

 

  • Corresponde de derecho a la mujer cubana un puesto prominente en las fiestas de la poesía que ella adivina con su delicadeza y mantiene con sus aplausos; y en las de la patria que ennobleció con su heroísmo en la hora de la prueba, y le debe hoy su única hermosura.

(“Carta a Natalia N. de Montejo”. Nueva York, noviembre 10 de 1889. OC. 20:357; EJM. II:151).

  • Quien quiera nación viva, ayude a establecer las cosas de su patria de manera que cada hombre pueda labrarse en un trabajo activo y aplicable una situación personal independiente.

(Ibídem, OC. 8:285)

 

  • Cada cual se ha de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca, no porque lo suyo sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de donde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana, y no más, es el verdadero e inexpugnable concepto de la patria.

(“En casa”. Patria. Edición 146. Nueva York, enero 26 de 1895. OC. 5:468).

 

  • [...] No tengo mérito en vencer las pasiones, porque las he aniquilado en mí, —y me reduzco, y callo, y lo olvido todo, sincero y alegre, si eso es lo útil a mi patria, y puedo así, con mi mansedumbre y sacrificio, contribuir a mejorar, en vez de agriar, el carácter de los que pueden servirla.

(“Carta al general Máximo Gómez”. Nueva York, marzo 3 de 1894. OC. 3:371; EJM. IV:69).

 

  • El martirio por la patria es Dios mismo, como el bien, como las ideas de espontánea generosidad universales.

(“El presidio político en Cuba”. España, Madrid, 1871. OC. 1:61).

 

  • [...] El que sufre por su patria y vive para Dios, en este u otros mundos tiene verdadera gloria.

(Ibídem, OC. 1:54).

 

  • Patria es algo más que opresión, algo más que pedazos de terreno sin libertad y sin vida, algo más que derecho de posesión a la fuerza.

(“La República española ante la Revolución cubana”. España. Madrid, febrero 15 de 1873. OC. 1:93).

 

  • Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas.

(Ibídem, OC. 1:93).

 

  • Y en las grandezas de la patria y de sus hijos, no es mentira decir que se siente crecer el corazón

(“Boletines de Orestes”. Revista Universal. México, mayo 7 de 1875. OC. 6:197).

 

 

  • [...] Manera de morirse es ésta de vivir alejado de la patria [...]

(“Pilar Belaval”. El Federalista. Edición literaria. México, marzo 5 de 1876. OC. 6:422).

 

  • [...] La patria estaría más orgullosa con los hijos que la honran que con los que la ensangrientan

(“Boletines de Orestes”. Revista Universal. México, julio 2 de 1875. OC. 6:257).

 

  • Cuando se sirve bien a la patria, se tienen en todas partes muchos amigos viejos.

(“Carta al general Máximo Gómez”. Guatemala, (m.?, d.?) de 1877. OC. 20:264; EJM. I:84).

 

  • ¡Antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila!

(“Lectura en la reunión de emigrados cubanos en Steck Hall”. Nueva York, enero 24 de 1880. OC. 4:211).

 

  • Esa es buena manera de servir a la patria: grabar lo que se desvanece: dar molde nuevo al recuerdo viejo: reconstruirla.

(“‘La venezoliada’, poema de J. Nuñez de Cáceres”. Revista Venezolana. Caracas, julio 1ro. de 1881. OC. 7:203).

 

  • De llorar, tiempo se tiene en la callada alcoba, frente a sí mismo, en la solemne noche: durante el día, la universal faena, el bienestar de nuestros hijos y la elaboración de nuestra patria nos reclaman

(“El carácter de la ‘Revista Venezolana’”. Revista Venezolana. Caracas, julio 15 de 1881. OC. 7:210).

 

  • ¡La patria corre tanto riesgo en manos de los ambiciosos!

(“Garfield”. La Opinión Nacional. Caracas, octubre 19 de 1881. Nueva York, octubre 1ro. de 1881. OC. 13.216).

 

  • La patria no es de nadie: y si es de alguien, será, y esto sólo en espíritu, de quien la sirva con mayor desprendimiento e inteligencia.

(“Carta al general Máximo Gómez”. Nueva York, octubre 20 de 1884. OC. 1:179; EJM. I:281).

 

  • [...] Todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su patria.

(“A los cubanos de Nueva York”. Nueva York, junio 23 de 1885. OC. 1:181; EJM. III:303).

 

  • Sólo son amigos de la patria los que saben deponer ante ella sus iras y sus tentaciones.

(“Carta al Director de El Avisador Cubano”. Nueva York, julio 6 de 1885. OC. 1:181; EJM. I:305).

 

  • [...] Sólo sirve a la patria el que la obedece.

(Ibídem, OC. 1:181).

 

  • [...] Yo no puedo decir ni hacer cosa que no sea para beneficio de mi patria.

(Ibídem, OC. 1:182).

 

  • Ni una hora de descanso en la tarea de fomentar la patria.

(“Cuadernos de Apuntes”, No. 12. 1885. OC. 21:282).

 

  • [...] Este amor de patria ha de ser enteramente puro, sin mezcla de interés personal, activo, activo hasta el frenesí, hasta el sacrificio, hasta la bandera, pero con una actividad de sacerdote, sin que ella se manche nunca con el menor viso de ambición o celo.

(Ibídem, OC. 21:284).

 

  • [...] A la patria no se la ha de servir por el beneficio que se pueda sacar de ella, sea gloria o de cualquier otro interés, sino por el placer desinteresado de serle útil.

(“Carta a Ricardo Rodríguez Otero”. Nueva York, mayo 10 de 1886. OC. 1:196; EJM. II:32).

 

  • Ni hay hombres más dignos de respeto que los que no se avergüenzan de haber definido a la patria con honor: ni sujetos más despreciables que los que se valen de convulsiones públicas para servir, como coqueta, su fama personal o adelantar, como jugadores, su interés privado.

(Ibídem, OC. 1:196; EJM. II:32).

 

  • La patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se la sirve, pero no se la toma para servirse de ella.

(Ibídem, OC. 1:196; EJM. II:32).

 

  • [...] La patria se cimenta sobre un único sostén: los hombres de pensamiento propio.

(“Correspondencia particular para El Partido Liberal”. El Partido Liberal. México, julio 13 de 1886. Nueva York, junio 28 de 1886. OCNY, p. 43).

 

  • Nuestra patria es una, empieza en el Río Grande, y va a parar en los montes fangosos de la Patagonia.

(“Carta de Nueva York”. La República. Honduras, (m.?, d.?) de 1886. Nueva York, agosto 12 de 1886. OC. 11:48).

 

  • Disfraz abominable y losa fúnebre son las sonrisas y los pensamientos cuando se vive sin patria, o se ve en garras enemigas un pedazo de ella: [...]

(“Fiestas de la Estatua de la Libertad”. La Nación. Buenos Aires, enero 1ro. de 1887. Nueva York, octubre 29 de 1886. OC. 11:106).

 

 

  • [...] Lo que importa en las cosas patrias no es quien las haga, sino que se hagan.

(“Carta a Fermín Valdés Domínguez”. Nueva York, abril 7 de 1887. OC. 28:381; EJM. I:374).

 

  • ¡Lo que importa no es que nosotros triunfemos, sino que nuestra patria sea feliz! Pues ¿para qué se es hombre honrado, para qué se es hijo de un pueblo, sino para tener gozo en padecer por él, y en sacrificarle hasta las mismas pasiones grandiosas que nos inspira?

(“Discurso pronunciado en conmemoración del 10 de Octubre de 1868, en Masonic Temple”. Nueva York, octubre 10 de 1887. OC. 4:223).

 

  • En mí, el amor a la patria sólo tiene un límite; y es el temor de que imagine nadie que por mi interés me valgo de ella, ni siquiera por el interés de ganar fama, que con ser menos innoble que otros, lleva a los hombres muy lejos a veces de aquella pureza absoluta que la patria tiene derecho a exigir de todos los que se ocupan en servirla.

(“Carta a José Dolores Poyo”. Nueva York, noviembre 29 de 1887. OC. 1:211; EJM. I:429).

 

  • Envejece como una nuez, quien vive lejos de su patria. Prospera y se hermosea quien de buena fe y con utilidad vive en el servicio constante de ella.

(“Nueva York en Octubre”. La Nación. Buenos Aires, noviembre 17 de 1888. Nueva York, octubre 6 de 1888. OC. 12:61).

 

  • Todo lo de la patria es propiedad común, y objeto libre e inalienable de la acción y el pensamiento de todo el que haya nacido en Cuba.

(“Discurso pronunciado en conmemoración del 10 de Octubre de 1868, en Hardman Hall”. Nueva York, octubre 10 de 1889. OC. 4:238-239).

 

  • La patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie; y las cosas públicas en que un grupo o partido de cubanos ponga las manos con el mismo derecho indiscutible con que nosotros las ponemos, no son suyas sólo, y de privilegiada propiedad, por virtud sutil y contraria a la naturaleza, sino tan nuestras como suyas; por lo que, cuando las manos no están bien puestas, hay derecho pleno para quitarles de sobre la patria las manos.

(Ibídem, OC. 4:239).

 

  • ¿Es la patria quien nos llama? Obedecemos, pues, que de seguro ella nos alienta para algo grande.

(“Carta a Néstor L. Carbonell”. Nueva York, noviembre 18 de 1891. OC. 1:267; EJM. II:327).

 

  • Muy mal conoce nuestra patria, la conoce muy mal, quien no sepa que hay en ella, como alma de lo presente y garantía de lo futuro, una enérgica suma de aquella libertad original que cría el hombre en sí, del jugo de la tierra y de las penas que ve, y de su idea propia y de su naturaleza altiva.

(“Discurso pronunciado en el Liceo Cubano”. Tampa, noviembre 26 de 1891. OC. 4:275).

 

  • Todo, [...] se lo he dado a mi patria, hasta la paz de mi casa.

(“Carta a Fernando Figueredo’”. Nueva York, enero 15 de 1892. OC. 1:294; EJM. III.16).

 

  • Cuanto me amenaza a la patria me pone a temblar; y sólo gozo con lo que la honra y asegura.

(“Carta a Fernando Figueredo”. Nueva York, febrero 9 de 1892. OC. 1:303; EJM. III:40).

 

  • Y la patria es de todos, y es justo y necesario que no se niegue en ella asiento a ninguna virtud.

(Ibídem, OC. 1:304; EJM. III:41).

 

  • [...] Mi patria posee todas las virtudes necesarias para la conquista y el mantenimiento de la libertad.

(“Discurso pronunciado en Hardman Hall”. Nueva York, febrero 17 de 1892. OC. 4:293).

 

  • [...] Cuando la patria, a despecho de sus agoreros, se palpa el corazón, cualesquiera que sean las llagas del cuerpo y el corte del vestido, ¡el corazón está sano!

(Ibídem, OC. 4:296).

 

  • [...] Sólo espero bien para la patria.

(“Carta a José Dolores Poyo”. Nueva York, marzo 2 de 1892. OC. 20:501; EJM. III:54).

 

  • La patria ve: y censura, o premia.

(“La acción unánime”. Patria. Edición 1. Nueva York, marzo 14 de 1892. OC. 1:325).

 

  • Honrar a la patria es una manera de pelear por ella, así como hacer algo que la deshonre es pelear contra ella.

(“Emilio Agramonte”. Patria. Edición 8. Nueva York, abril 30 de 1892. OC. 5:307).

 

  • Taller es la patria.

(“En los talleres”. Patria. Edición 9. Nueva York, mayo 7 de 1892. OC. 4:398).

 

  • Para la patria nos levantamos. Es un crimen levantarse sobre ella.

(“Las expediciones, y la Revolución”. Patria. Edición 22. Nueva York, agosto 6 de 1892. OC. 2:96).

 

  • Patria es la suma de los amores todos, que sin ella son como flor de aroma, que se va toda al viento; y en ella, como de más gloria y sabor.

(“En casa”. Patria. Edición 47. Nueva York, enero 28 de 1893. OC. 5:408).

  • Patria es la novia por quien se rinde alegre la fortuna del mundo, y la vida y la ira, y se padece resignado bajo el que nos hiere el mismo honor.

(Ibídem, OC. 5:408-409).

 

  • ¡La patria nos dé a todos valor para hacer los esfuerzos extraordinarios que requiere hoy de sus hijos!

(“Carta a Eduardo Gato y otros”. Nueva York, marzo 9 de 1893. OC. 2:243; EJM. III:275).

 

  • [...] En esta suprema hora, seamos dignos de la obligación que la patria echa sobre nosotros.

(“Carta al Presidente del Cuerpo de Consejo de Cayo Hueso”. Nueva York, marzo 9 de 1893. EJM. III:277).

 

  • La patria no está para morir, y se ve en todo.

(“En casa”. Patria. Edición 57. Nueva York, abril 16 de 1893. OC. 5:352).

 

  • La patria está hecha del mérito de sus hijos, y es riqueza de ella cuando bueno haga un hijo suyo, sobre todo si trabaja en lo que ya han trillado otros, y lo de él resulta más útil y completo que lo de sus predecesores.

(“‘Galería de Colón’, libro nuevo de Néstor Ponce de León, 1893”. Patria. Edición 57. Nueva York, abril 16 de 1893. OC. 5:203).

 

  • La salud de quien ama a la patria, está en la patria. La sirven, y se renace. La abandonan, y se muere. Algunos pasan vendados por el mundo; sin conocer, por el entretenimiento del egoísmo, que la patria es nuestra entraña.

(“Los cubanos de Filadelfia. La visita del Delegado”. Patria. Edición 59. Nueva York, abril 29 de 1893. OC. 5:18).

 

  • La patria es sagrada, y los que la aman, sin interés ni cansancio, le deben toda la verdad.

(“El Partido Revolucionario a Cuba”. Patria. Edición 63. Nueva York, abril 29 de 1893. OC.2:335).

 

  • [...] El que sirve a su patria debe estar siempre dispuesto a ser su víctima.

(“Carta a José Dolores Poyo”. Nueva York, noviembre 14 de 1893. OC. 2:426; EJM. III:453).

 

  • Amar a su patria es deponerse a toda hora ante ella.

(“Carta a José Dolores Poyo”. Tampa. Florida, enero 18 de 1894. OC. 3:42; EJM. IV:24).

 

  • No hay más patria, cubanos, que aquella que se conquista con el propio esfuerzo.

(“¡A Cuba!”. Patria. Edición 96. Nueva York, enero 27 de 1894. OC. 3:54; EJM. IV:214).

 

 

  • Por mí, [...], no esperaría mi patria.

(“Carta a José Dolores Poyo”. Nueva York, julio 7 de 1894. OC. 3:225; EJM. IV:214).

  • Cuando la patria aspira, sólo es posible aspirar para ella.

(“Azcárate”. Patria. Edición 120. Nueva York, julio 14 de 1894. OC. 4:473).

 

  • De la patria, yo, que me muero por ella, no puedo hablar de ella.

(“Cuadernos de Apuntes”, No. 18. 1894. OC. 21:378).

 

  • Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer;—y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y hambronas, ni porque a estos pecados se dé a menudo el nombre de la patria, ha de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca.

(“En casa”. Patria. Edición 146. Nueva York, enero 26 de 1895. OC. 5:468).

 

  • Esto es luz, y del sol no se sale. Patria es eso.—Quien lo olvida, vive flojo, y muere mal, sin apoyo ni estima de sí, y sin que los demás lo estimen: quien cumple, goza, y en sus años viejos siente y trasmite la fuerza de la juventud: [...]

(Ibídem, OC. 5:468-469).

 

  • Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de sí propia nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía.

(“Manifiesto de Montecristi.”. Montecristi, marzo 25 de 1895. OC. 4:99).

 

  • Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber.

(“Carta a Federico Henríquez y Carvajal”. Montecristi, marzo 25 de 1895. OC. 4:111; EJM. V:118).

 

  • Quien piensa en sí, no ama a la patria; y está el mal de los pueblos, por más que a veces se lo disimulen sutilmente, en los estorbos o prisas que el interés de sus representantes ponen al curso natural de los sucesos.

(Ibídem, OC. 4:111; EJM. V:118).

 

  • A la patria ¡más que palabras!

(“Diario de Montecristi a Cabo Haitiano”. Abril 8 de 1895. OC. 19:212).

 

  • Era invencible, porque llevaba la patria por coraza.

(“Henry Ward Beecher. Su vida y su oratoria”. S/F. OC. 13:42).

 

  • Patria: Todo por ti: ¡No hay hermosura. /Ni vida sino en ti!

(“‘Patria: Todo por ti...’ Fragmentos y poemas en elaboración”. OC. 17:291; PC.EC. II:282).

 

 

  • Cuando la patria fiera se conmueve nadie debe dormir, so pena de honra.

(“Patria y libertad. (Drama indio)”. Acto segundo, escena 1ra.. OC. 18:143.)

  • Si me preguntan cuál es la palabra más bella, diré que es “patria”:—y si me preguntan por otra, casi tan bella como “patria”, diré—”amistad”.

(“Dedicatoria a Lorraine S. Brunet”. S/F. OC. 20:510).

 

  • La patria no es el juguete de unos cuantos tercos, sino cosa divina.

(“Fragmentos 21”. S/F. OC. 22:19).

 

  • [...] Todo hombre está obligado a honrar con su vida privada, tanto como con la pública, a la patria.

(“Fragmentos 89”. S/F. OC. 22:55).

 

  • [...] La patria no es juguete; ni se la ha de agitar cuando la vanidad lo mande, ni es pedestal de ambiciones, motivo acomodaticio de astucias fáciles y exhibiciones resonantes, sino ara suprema donde debe llegar, con el corazón puro, limpias las manos.

(“Fragmentos 289”. S/F. OC. 22:192).

 

  • El que vive fuera de la patria, vive con los pies sobre el mar; [...]

(“Carta de Martí”. La Nación. Buenos Aires, abril 13 de 1884. Nueva York, marzo 3 de 1884. ACEM, No. 21, 1988, p.   9).

 

  • El patriota bueno ha de ser a su patria, en vida al menos, el sacrificio de su mayor gloria.

(“Italia”. La Opinión Nacional. Caracas, enero (d.?) de 1882. Nueva York, diciembre 24 de 1881. OC. 14:308)

 

 

  • El patriota, si quiere bien a su patria, no empezará a leer el periódico por el editorial, que dice lo que se opina, sino por los anuncios que dicen lo que se hace.

(“Cartas de verano”. La Nación. Buenos Aires, octubre 22 de 1890. Nueva York, agosto 19 de 1890. OC. 12:433).

 

  • [...] El patriotismo se detiene allí donde para salvar a la patria es necesario deshonrarla.

(“Cartas de Martí”. La Nación. Buenos Aires, marzo 20 de 1885. Nueva York, febrero 9 de 1885. OC. 10:162).

 

  • El patriotismo es un deber santo, cuando se lucha por poner la patria en condición de que vivan en ella más felices los hombres.

(“Nuestras ideas”. Patria. Edición 1. Nueva York, marzo 14 de 1892. OC. 1:320).

 

  • Hemos de pelear, si de pelear se ha, de manera que al deceñirnos las armas, surja un pueblo. Si no, no merecemos el honor de llevar las armas en pro de nuestra patria, ni tenemos el derecho de ir a conmoverla.

(“Al Director de El Avisador Cubano”. Nueva York, julio 6 de 1885. OC. 1:182; EJM. I:306).

 

  • [...] El único modo de ser poeta de la patria oprimida es ser soldado, [...]

(“Francisco Sellén. Un poeta. Poesías de Francisco Sellén”. El Partido Liberal. México, septiembre (d.?) de 1890. OC. 5:182).

 

  • La política volverá a ser el arte de conservar en paz y grandeza a la Patria, mas no el vil arte de elaborar una fortuna a sus expensas.

(“Noticias de los Estados Unidos”. La Opinión Nacional. Caracas, septiembre 17 de 1881. Nueva York, septiembre 3 de 1881. OC. 9:33).

 

  • La prensa es el can guardador de la casa patria; [...]

(“Cartas de Martí”. La Nación. Buenos Aires, mayo 9 de 1884. Nueva York, marzo 28 de 1884. OC. 10:43).

 

  • Así se puede ser rey; cuando se defiende la independencia de su patria.

(“A rey”. Revista Universal. México, octubre 11 de 1876. OC.EC. 4:331).

 

  • Hace bien: la risa hace daño cuando corre en los campos de la patria aire de muerte.

(“La Sociedad Netzahualcóyote”. Revista Universal. México, noviembre 19 de1876. OC.EC. 4:371).

 

  • El hombre debe dormir alguna vez al aire, desafiar la lluvia, manejar las armas que defenderán mañana la tierra patria o el derecho, velar al pie de algo más que un mostrador o una ventana. ¡El único modo de librarse del soldado es serlo!

(“Varios sucesos. Trabajos preparatorios de los partidos políticos”. El Partido Liberal. México, (m.?, d.?) de 1887. Nueva York, agosto 8 de 1887. OC. 11:259).

 

  • [...] ¡Triste patria sería la que tuviese el odio por sostén, tan triste por lo menos como la que se arrastra en el olvido indecoroso de las ofensas, y convive alegre, sin más enmienda que una censura escurridiza y senil, con los tiranos que la estrujan, los soberbios que prefieren la dominación extraña al reparto de la justicia entre los propios,—y los cobardes, que son los verdaderos responsables de la tiranía!

(“Discurso en honor de Fermín Valdés Domínguez, en el salón Jaeger’s”. Nueva York, febrero 24 de 1894. OC. 4:322).

 

  • El que deja de hacer, en las cosas de la patria, todo lo que puede hacer,—es traidor a la patria.

(“Discurso pronunciado en la fiesta del club Los Independientes, en Hardman Hall”. Nueva York, junio 16 de 1890. OC. 28:334).

 

  • El voto de un pueblo entero, de todas las entidades constantes y visibles del pueblo cubano que puede emitir francamente su voz, es honra tal, que unge a quien lo recibe, limpia su corazón de las pasiones que lo pudieran perturbar, y agiganta, como por dispensación divina, las fuerzas juradas, por sobre todas las obligaciones de la tierra, a la primera y fundamental de levantar al hombre casa segura y decorosa en el suelo independiente de la patria.

(“Carta a los Presidentes de los Cuerpos de Consejo de Cayo Hueso, Tampa y Nueva York”. Mayo 9 de 1892. OC. 1:437-438; EJM. III:86).

 

 

(Tomado de la edición digital de Aforismos. Centro Nacional de Estudios Martianos)

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