El joven Fabio Di Celmo asesinado, su asesino Posada Carriles en Miami
La Habana, se estremecía por diversos atentados en centros turísticos. En el lobby del hotel “Copacabana”, se ponía fin, el 4 de septiembre de 1997, a la vida del joven turista italiano Fabio Di Celmo.
El triunfo Revolucionario de enero de 1959, con sus medidas a favor del pueblo, convocó a las fuerzas más reaccionarias del depuesto régimen y sus aliados en los Estados Unidos a hacer de Miami el centro activo de las acciones criminales contra la Isla.
Más de 3 000 cubanos, incluyendo niños y niñas, fueron objeto de esas acciones encontrando la muerte o lesiones para toda la vida.
Con el antecedente del atentado al avión de Cubana, en octubre de 1976, el confeso asesino Posada Carriles reconocía públicamente estar detrás del alevoso delito y descaradamente afirmaba que Fabio Di Celmo estaba en el lugar y momento no indicado.
Los posteriores sucesos del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas, en Nueva York, con la muerte de miles de civiles, hicieron declarar al presidente Bush que “La victoria contra el terrorismo no se logrará en una sola batalla, sino en una serie de acciones decisivas contra organizaciones de terroristas, y contra los que les dan asilo y los apoyan”.
Pero esta declaración solo fueron el pretexto para invadir Iraq y lanzar toda una cruzada internacional contra los “enemigos” de la paz, en primer lugar contra la estabilidad en los Estados Unidos, pues las múltiples organizaciones anticubanas radicadas en Miami no fueron investigadas, ni sus declarados criminales juzgados.
La historia fue muy diferente, pues los asesinos del joven turista italiano Fabio Di Celmo y de centenares de cubanos, viven libremente en esa ciudad con el amparo del gobierno de los Estados Unidos, mientras nuestros Cinco Héroes ; Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González Sehwerert, fueron condenados a severas e injustas penas por combatir el terrorismo contra su patria.
El Presidente Barack Obama, demócrata y Premio Nobel de la Paz, ha seguido los caminos guerreritas de su antecesor, manteniendo el terrorismo como una política de estado y ampara en su propio territorio a organizaciones y connotados contrarrevolucionarios cubanos.
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