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Una historia no oficial sobre Falla, Ciego de Avila (Final)

Introducción.

Recogida de café en zona oriental

Las recogidas de café en la provincia oriental por parte de los estudiantes comenzó a ser habitual en la  primera década del Triunfo de la Revolución,  por una parte por que comenzara a escasear la mano de obra y por otra como una de las vías de contribuir a la formación de  las nuevas generaciones de jóvenes en el amor al trabajo, la abnegación, el desinterés, etc. En el año 1963, se hizo el 1er llamado para ir a recoger café a las montañas de Oriente, la tarea era por 45 días. 

Por este motivo miles de estudiantes se incorporaban todos los años al finalizar el curso escolar durante 45 días a la recogida del fruto en los cafetales de las montañas de lo que hoy son las provincias orientales, entonces provincia de Oriente.

Provenientes de Falla, perteneciente entonces al municipio de Morón en la provincia de Camagüey; 15 estudiantes de la Escuela Secundaria Básica Miguel Calvo Antolín o graduados de la misma conformaron una Brigada. Jóvenes  que en la mayoría de los casos nunca antes se había separado de sus padres o de sus hogares a tanta distancia y por tanto tiempo, prácticamente aislados de la civilización. A aquellas lomas sólo se podía subir a pie. Los víveres se transportaban en arrias de mulos y el único vestigio de civilización que se sentía era el paso de los aviones perdidos en las alturas de las nubes.

La dirección de la brigada y su composición estaba formada íntegramente por esos estudiantes, con la misma no viajaban profesores ni ningún otro tipo de personas mayores para dirigirlos, orientarlos o auxiliarlos, incluso la cocción y preparación de los alimentos corría por parte de sus propios integrantes seleccionados para el caso, y en muchas ocasiones con muy poco o ningún conocimiento previo de cocina.

Ninguno fue presionado por obligaciones por algún tipo de organización política, téngase en cuenta que solamente dos, Filomeno y Paredes eran militantes de la UJC, no porque los demás no hubieran tenido condiciones para serlo; la causa que privó a la mayoría de no pasar el proceso de miembro de la organización juvenil masiva AJR a la selectiva de la UJC fue copiar o soplar en los exámenes y tuvieron todos la  dignidad y la honestidad en reconocer que lo habían hecho en algún momento, pero lo que había sido una práctica ancestral en los estudiantes: el fraude académico; se consideró como una lacra incompatible en la nueva mentalidad que se esperaba de los jóvenes. A esa gran mayoría que no integró las filas de la nueva organización le sobraban otros méritos, pero esta falta fue invalidante.

Sirve de ejemplo de sencillez y modestia la trayectoria de aquellos jóvenes al cabo de 50 años: Diez se graduaron de nivel superior. Ninguno tuvo problema judicial. Todos viven en nuestro país. …. Cumplieron misiones internacionalistas.

Cuando han pasado 50 años de aquella tarea, que para todos fue además una aventura, queríamos recordar de esta manera a todos los que la compartimos y dedicársela al único que ya no está entre nosotros, (al que dolorosamente el destino lo llevó a privarse de la vida) y que fuera una figura clave en la misma, porque se erigió como su cocinero y cumplió su rol como lo necesitábamos en aquellas circunstancias y que todos conocimos y llamamos siempre por el sobrenombre de Ñaña.

 

 

Dedicado a la memoria de Lázaro Márquez “ Ñaña".

 

 

 

Falla. Cuna de los recogedores. Antecedentes.

 

(Por si algún día alguna persona que nunca haya oído hablar de Falla leyera este relato). El gentilicio fallero, casi desconocido en Cuba, como lo es por supuesto Falla, ha comenzado a perder su anonimato y a mencionarse con más asiduidad. Entre nosotros ya ha aparecido, por ejemplo, el de falleros ausentes, debido a los que han emigrado internamente para otras provincias o La Habana en particular, y es reconfortante que casualmente sean dos ex-integrantes de la Brigada 11, Filomeno en Ciego de Ávila y Bello en La Habana los impulsores de materializar la idea de crear los clubes de falleros ausentes y realizar viajes colectivos a Falla en época de carnaval o reunirse en determinadas fechas del año.

Pero también, debido a la extra corpórea y maravillosa fuerza de Internet aparecen, “falleros por el Mundo” en  Face-Book,  desde los más increíbles y disímiles parajes de la Tierra: son los casos de los que emigraron del país. Hay falleros en Islas Canarias, Chile, Miami (por supuesto) y hasta en la centro europea  Eslovaquia: al decir de Padura, al compás de la gran diáspora que se verifica y que no se detiene hasta hoy.

 

·         Surgimiento de Falla.

 

En el territorio del actual municipio de Chambas vivieron varios grupos poblacionales antes de la llegada de los españoles a nuestras costas. Hasta el presente han llegado restos de los aborígenes de los que se han estudiado hasta ahora cuatro importantes sitios que son:

Asentamiento aborigen de los Buchillones entre Punta Alegre y el desaparecido Central Máximo Gómez, asentamiento aborigen de Mabuya, situado junto al puente del arroyito que corre por el este del poblado, asentamiento aborigen de Santa Clarita, junto a los manantiales del centro turístico Aguas Azules y el asentamiento aborigen de Nauyú en las cercanías del poblado de El Calvario, entre Vigil y Camejo,  que es el primer asentamiento humano que se conoce en los alrededores del actual poblado de Falla perteneciente a la cultura Siboney Cayo Redondo.

En el año 1577 el Gobernador de Sancti Spíritus  expidió un mandamiento para que se adoptasen medidas encaminadas a lograr que los dueños de las haciendas, sus representantes y monteros, en la ejecución de sus trabajos se circunscribieran al área correspondiente, sin traspasar los límites con perjuicios de propietarios vecinos. Se acordó por tanto, en Cabildo, poner en práctica lo mandado y establecer linderos en los hatos que fueran necesarios. De esta manera vaga y deficiente se llevó a cabo la delimitación de un grupo de haciendas en Sancti Spíritus, entre ellas Nauyú, Las Chambas y Los Perros. Firmaron el acta los comisionados y el práctico, con el escribano mandando a pregonar el señalamiento, hecho en 30 de octubre de 1577.

 En fecha temprana como el 3 de octubre de 1578, fue objeto de venta el hato de Nauyú en el que ya se habla de la existencia de dos esclavos. Son adquiridos, además, por el mismo comprador los hatos de Ranchuelos, Los Dedos, Playa o Sabana de la Mar y dos cercados de ganado caballar en Chambas y Cacarrata, así como los cultivos y dos esclavos. En dicha escritura se mencionan como  lindero del hato de Los Perros, a Nauyú, Los Dedos, Mabuya y Las Vegas y se menciona como realengo a Arroyo Prieto.

En 1765 se habla de producción de azúcar y mieles además de la ganadería en la hacienda Nauyú. Esto indica que allí existía al menos un pequeño ingenio o trapiche, del cual no se han hallado vestigios ni información.

El inicio de la localidad de Falla se remonta a los años 1912 ó 1913 con las haciendas Nauyú y Cacarratas, cuyo dueño era Pepe Planas, quien tenía vínculos con los Falla Gutiérrez y fue ultimado a tiros por manos desconocidas. Con su desaparición física se hace cargo de dichas haciendas la Asociación Laureano Falla Gutiérrez quien la extendería por la entrega de terrenos hecha por el entonces presidente de la República Alfredo Zayas. La concesión del latifundio amplió el monocultivo cañero en la zona y con ello el fomento del actual asentamiento urbano.

 

·         Llegada del ferrocarril.

 

Con la industria azucarera llega el ferrocarril a este territorio como lógica consecuencia de la estrecha vinculación entre ambos factores del desarrollo económico y las posibilidades que daban las inversiones. En 1917, al estrenarse el Central Adelaida, llegaron las carreteras a Falla, y en 1919 ya se extendían desde Nuevitas hasta el río Chambas y se declaran terminadas el 1 de julio de ese último año. En 1917 sé construyó la estación de Falla; en 1920 sé construyó el puente sobre el río Chambas y se inauguró la estación del ferrocarril del citado poblado;  la línea llegó a Piedra en 1924 y en 1927 se completó el difícil tramo hasta Florencia. En 1919 Chambas era el término de los 285 Km. de vía desde Nuevitas y que a partir de aquí se decidió el destino del ferrocarril y la apertura de una fértil zona de desarrollo. Las paralelas se extendían por el                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 municipio a lo largo de 29 Km. Desde el Peñón hasta un punto un poco al este de Ranchuelos, en el Kilómetro 152. Durante años fue la única vía de comunicación de importancia de la localidad. Por esa vía llegaban los productos procedentes de diferentes lugares del país y por él se  transportaban la producción del territorio, esencialmente azúcar y mieles. Absorbió la transportación de pasajeros por la carencia de otras opciones.

 

 

Antiguo Central Adelaida. Hoy Enrique Varona. Al extremo izquierdo la Destilería

Nauyú. Al centro el Tráfico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

·         ¿Por qué Falla? Los fundadores.

 

Nicolás Castaño Montalván y Viriato Gutiérrez Valladón, son los ejes de las familias que originaron a los fundadores de Falla. Ambos cubanos hijos de español y, por lo tanto descendientes de familias españolas. El primero heredero de primera generación y el segundo clasificado como “fortuna por matrimonio”.

Nicolás Castaño Montalván  era propietario de 2 centrales, 1 finca ganadera, 1 almacén de víveres, 1 torrefactora, 1 banco, 1 molino arrocero, 1 porteadora, 1 destilería, inmuebles y otros intereses, y beneficiario, por la sociedad con sus hermanas, de la “Comunidad de Bienes Hermanos Cataño”, con un capital de 9 millones 324 mil pesos. Propietario de 26 empresas constituidas, pero al frente de ellas quienes aparecían eran los cónyuges de cuatro de sus hermanas.

Así, el esposo de Josefina Castaño Montalván, llamado Rogelio Ángel José Díaz Pardo, con una fortuna catalogada también de número 1, fungía como Vicepresidente y propietario familiar del Central Pastora S.A. y del Central San Agustín S.A., con una capacidad diaria de molida de 600 mil arrobas, las que ocupaban el grupo 22 del grupo en importancia entre los hacendados y que pertenecía a la mencionada “Comunidad…”También el Sr. Díaz Pardo era Vicepresidente y propietario familiar del “Banco Castaño”, un banco comercial, localizado en Cienfuegos, el 35 en importancia por el monto de sus depósitos, del cual la familia de la “Comunidad” controlaba el 84% del capital, ascendente a $100 mil pesos y el resto pertenecía a los cónyuges. Además Díaz Pardo era concuño del Ing. Carlos Felipe Gutiérrez Valladón y de su hermano Gerardo, ambos hermanos de Viriato Gutiérrez Valladón. Ya aquí comienza la ligazón…

El Ing. Carlos Felipe Gutiérrez Valladón estaba casado con Carmen Castaño Montalván y su hermano el Dr. Gerardo, oculista, estaba casado con la hermana de Carmen, nombrada Concepción.

Por otra parte, la otra hermana de Castaño Montalván, llamada Rosaura, poseía acciones por un monto de                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        $ 16 600 en el banco “Trust Company of Cuba”, una de las principales sucursales de este tipo en Cuba y viuda del Dr. Betancourt, quien, por cierto y no por coincidente, estaba al frente del almacén de víveres “Viuda e hijos de Nicolás castaño”.                                                      

Acerquémonos ahora a Viriato Gutiérrez Valladón, su patrimonio es catalogado como uno en círculo negro:

propietario  de 7 centra-             Tumba de la familia Falla-Bonet, cementerio

 les, 1 cine teatro, 1 petro-          Colón,  La Habana.

lera, 1 comercio, 1 banco y varias inmobiliarias urbanas y fincas; alcanzado a través de fortuna por matrimonio.

Era viudo de Adelaida Falla Bonet, hermana de Eutimio, el menor y único varón de los 4 hermanos beneficiarios de la “Sucesión de L. Falla Gutiérrez”. La “Sucesión” era el 2do. Grupo más importante de hacendados cubanos relativo a la cantidad de centrales de su propiedad (7) y el 3ro. referido a la capacidad de producción que se elevaba a 2 millones 910 mil arrobas diarias y el más poderoso grupo financiero azucarero.

Casado con una heredera de familia rica, los Falla, seguía los pasos de sus otros tres hermanos casados con herederas de otras dos familias de origen español, Los Castaño y los Cacicedo. Recordemos que Carlos Felipe y Gerardo estaban unidos con dos hermanas Castaño Montalván y su hermana Carola con uno de los Cacicedo Gutiérrez.                                                   

Viriato fungía como vocal de la “Adelaida Compañía  Azucarera S.A.”, el 39 Central en capacidad de producción y uno de los siete controlado por la “Sucesión”, que llevaba el nombre de su fallecida esposa. Era propietario en sociedad con su cuñado, Eutimio Falla Bonet y su concuño Agustín Batista G. Mendoza, enlazado matrimonialmente  con María Teresa Falla, de la “Compañía Inmobiliaria Payret S.A”, el cine y teatro Payret, ubicado en Prado y San José, en La Habana.

Al mismo tiempo, poseía acciones por un valor de $ 17 600 en el banco “Trust Company of Cuba”, la primera institución bancaria del país, de un capital de $5 millones, del cual era propietario principal Agustín Batista G. Mendoza.

El conocimiento de los Falla Gutiérrez le viene a Viriato de sus ancestros Carlota Valladón, natural de La Habana y Felipe Gutiérrez Abilla, nacido en Guriezo, Santander, un pueblo cercano al lugar donde había nacido su suegro Laureano Falla Gutiérrez.

Laureano había sido Regidor del Ayuntamiento de Cienfuegos en 1887 y copropietario del central Carolina, en sociedad con Esteban Cacicedo, suegro de su hermana Carlota, quien después sería su único propietario.

Estas relaciones matrimoniales entre los integrantes de las poderosas familias Castaño Montalván, Gutiérrez Valladón y Cacicedo Gutiérrez, como se ha planteado antes, formaban los eslabones de una cadena que unía al más poderoso clan familiar azucarero de origen español de finales del siglo XIX con aquellos que sus fortunas se habían desarrollado en la localidad de Cienfuegos durante la segunda mitad del siglo XIX por sus

Capilla San Laureano. Ubicada en el área del central.                                               

 

antecesores que, tanto en el caso de su padre Felipe como en el de los Falla y en de los Cacicedo, procedían de regiones de Santander muy cercanas entre si y todos habían estado antes asociados en diferentes negocios.

Posteriormente los propios hijos de castaño, el Ing. Viriato y el médico Dr. Laureano, formaban parte de la Junta de Dirección del “Central Violeta Sugar Company” cuando pasó a propiedad de la “Sucesión de L. Falla Gutiérrez”. El Ingeniero fungía como Administrador General del central Adelaida y el otro como vocal del centro de propiedad Urbana de La Habana.

Esta dos familias, como hemos podido percibir también establecieron vínculos con otras dos poderosas familias, los Falla Gutiérrez y los Cacicedo Gutiérrez a través de matrimonios y asociaciones.

Veamos los Falla Gutiérrez: De la unión de Laureano Falla y Dolores Bonet nacerían 7 hijos: Isabel, Adelaida, y Maria Teresa con 4 hermanos
varones de los cuales solo uno sobrevivió a la niñez: Eutimio Falla Bonet de ellos el contemporáneo principal, de nivel de fortuna uno; propietario de 13 centrales, colonias, 2 bancos, 1 papelera y destilería, 1 teatro, 2 henequeneras y 1 comercio de electrodomésticos, heredero de 1ra. Generación y único varón superviviente de los 7 hijos paridos por Dolores Bonet Mora, cubana casada en 1889 con el español Laureano Falla Gutiérrez, quien acopió una de las más grandes fortunas durante los primeros años de la república y uno de los que no fue estrangulado por el capital norteamericano, al que opuso tenaz resistencia. Al fallecer dejó una fortuna valorada en 35 millones. El patriarca había nacido en 1859 en Hoz de Anero, Santander, España. Llegó a Cuba en 1873 y murió en 1929.

La Sucesión Falla Gutiérrez, que con un capital de entre 65 y 75 millones e inversiones por más de 40 millones en el exterior, era el más poderoso clan financiero-azucarero del país. En 1929, al  fallecer  Laureano  Falla Gutiérrez,  fundador  de  la  dinastía,  sus  herederos  decidieron  no dividir el legado, valuado en unos 35 millones, y sus yernos Agustín Batista, Viriato Gutiérrez y David Suero trabajaron por acrecentarlo. A través de Batista, presidente de The Trust Company of Cuba, el más importante banco cubano

Laureano Falla Gutiérrez                  con 26 sucursales, 800 empleados y depósitos por 213 millones, la Sucesión enlazaba con los González de Mendoza (siete familias, acaudaladas todas), y gracias a Viriato Gutiérrez con los Castaño (10 millones de pesos y 26 empresas) y con los Cacicedo, poseedores de dos centrales azucareros y de un banco, entre otras propiedades.

 

·         Entorno en el que nacieron y crecieron los miembros de la brigada 11. Historia.

 

Nos vamos a referir brevemente al marco o al ambiente social en que nacieron y se movieron los integrantes de la brigada y cómo se desarrolló la salud, la cultura, el deporte, la educación y la vida social  por la que transitaron: dónde estudiaron, quiénes eran los maestros y profesores;  características sociales de los habitantes, entretenimientos, costumbres, diversiones y algún que otro personaje pintoresco. Todo esto, como sabemos, influye más tarde en la personalidad y comportamiento de las personas, en su conducta, en su forma de pensar y actuar.

 

Salud. En la localidad, aparece en los años 1913-1914, un botiquín con recursos mínimos en una bodega propiedad de Chinos, ubicado en un barrio de Coco Solo. Se instala en el poblado una botica por parte del Dr. Amiguet. En esta época se contaba con una población que no excedía los 800 habitantes incluyendo las áreas rural y urbana. Comienzan a trabajar posteriormente otros médicos, los que se trasladaban a caballo para las visitas de los enfermos. Éstos procedían de Morón y Chambas y eran conocidos como el Dr. Espinosito y el Dr. Rogitas respectivamente. Luego aparecen otros de similar características entre otros el Dr. Linares, el Dr. Cervantes, Dr. Fernández Garriga y el Dr. Delgado, más adelante comienza a trabajar el Dr. Leiseca y el Dr. Garriga ubica un salón de consulta estilo clínica que atiende algunos enfermos. El Dr. Leiseca se instala definitivamente en el pueblo en los años 1918-1919, es nombrado oficialmente Médico Municipal de Morón y posteriormente una Farmacia o Botica al pie de su consultorio y otra en la cual trabaja su hermana Mary Leiseca, también trabaja Castellanos (Farmacéutico), Felo Rodríguez (Farmacéutico) y Leiseca consultaba en un local detrás de la actual Farmacia que hoy le continúa ofreciendo servicios a la población.

Entre los años 1922-1925, vivió en esta localidad el Dr. Ramón Hernández Albornoz, que montó una consulta para trabajar como tal, a los enfermos graves los enviaba para Morón en una carretica tirada por caballos, para que fuera atendida por el Dr. Ituarte Pino o la del Dr. Naranjo. En el año 1930 comienza a trabajar en la localidad el Dr. Ernesto Herrera, que procedía de Bolondrón en la provincia de Matanzas y que pasó a ocupar el cargo de Médico Municipal al aspirar Antonio Leiseca a la Cámara de Representantes. En ausencia de Leiseca permaneció en su clínica el Dr. Isoba que posteriormente se trasladaría para La Habana. En el año 1944 tomó posesión como enfermero graduado en el entonces central Adelaida, el Sr. Armando Suero y pasó a trabajar con el Dr. Ernesto Herrera, médico titular de dicha empresa, en este mismo año el hospital construido por la compañía estaba ubicado muy próximo a la Destilería Nauyú, posteriormente fue la casa del Sr. Narciso Ruiz, en el mismo laboraba el médico Ernesto Herrera y su enfermero Armando Suero. Por los años 1957 en el local del consultorio de Leiseca trabajó en este período el Dr. Izquierdo, como enfermero empírico tenía a Plácido el cual atendía por aquel entonces las curas, inyecciones y algunos análisis de laboratorio.

En ésta época corriendo el año 1959 trabajaban intensamente entre 10 y 12 horas diarias y cobraban por una iguala descontada mensualmente a los trabajadores del antiguo central Adelaida y a la compañía de seguros. También existía un estomatólogo llamado López que atendía a la población en su casa, teniendo una habitación amueblada al efecto y cobraba un peso por consulta y la casa se encontraba localizada donde es hoy la Farmacia. En la cuartería de la calle Camilo Cienfuegos, existía un pequeño local destinada a un estomatólogo residente en la localidad y otro que venía de Morón, Núñez y Sardiñas. El hospital permaneció allí unos pocos años después del triunfo de la Revolución, cuando fue trasladado provisionalmente a la antigua residencia de los magnates del central y de ésta para el local que ocupaba la guardia rural del batey en la carretera Circuito Norte. En 1965 se trasladó para un local apropiado donde se encuentra actualmente. Los partos los realizaban Bernarda y Cristina, las que eran comadronas y que estuvieron realizando su oficio años después del triunfo de la Revolución y sólo cobraban lo que pudieran dar los pacientes atendidos.

La mortalidad infantil al igual que la muerte materna se comportaba hasta 25 fallecidos por año (No tenemos el Indicador exacto de Mortalidad por cada 1000 nacidos vivos. En esa época en la provincia era alrededor de 37, se ha respetado la cifra de referencias del original), las consultas eran de 5 pesos sin cobrar lo que costaban los medicamentos por aquel entonces; la situación con respecto a la salud era muy precaria porque todo el mundo no tenía con que pagar los servicios. El  local que ocupaba el cuartel de la guardia rural se convirtió en casa de socorro y todo el mundo lo llamaba Hospitalito, donde se atendían a los pacientes gratuitamente y se realizaban los primeros ingresos. En el mismo laboraba el Dr. Izquierdo, en el horario de la mañana y mantenía su consulta particular en su casa por la tarde, también laboraba el Dr. Herrera, que dependía del salario estatal y manteniéndose con la iguala y estaban como enfermeros Suero y Timoteo Espinosa (padre e hijo). Para mejorar la situación de la atención a la población se laboró en una casa de socorro en el poblado, local que ocupa actualmente el Policlínico, y que anteriormente fuera el Sindicato de la localidad, más tarde entregan por la dirección del gobierno municipal el local que ocupa el hospital actualmente.

No caben dudas de que en esta historia fue el médico Herrera el personaje más carismático y popular. Herrera era el clásico cubano campechano, amigo de todos, tratable y escandaloso. Donde estuviera si le venía el deseo lanzaba estruendosos pedos y argumentaba que nadie los debía aguantar porque estaba contraindicado. Al Doctor Izquierdo le decía que a la gente del pueblo había que explicarles las cosas con el nombre por el que la conocían, no por los nombres científicos, dado el bajo nivel de escolaridad que tenían: que al culo había que decirle culo y no ano y que a la mierda había que decirle mierda y no heces fecales. Bueno, esto le trajo sus consecuencias un día:

En una ocasión en que consultó a Santos el bobo, (Vamos a referirnos así, ya que de esa manera se conoció por todos, y no era tan bobo, ya que muchos recordarán que Santos era enviado a La Habana a llevar  o buscar algún mandado y se las arreglaba con la dirección y el transporte mejor que los que no eran bobos o tenidos como tal). Bueno, pues cuando la consulta estaba todavía en la que luego fue la casa de Narciso, al lado de la Destilería y se conocía por El Hospitalito, que además contaba con laboratorio médico, Santos se consultó por problemas gastrointestinales y Herrera le orientó hacerse análisis de heces fecales, pero con el lenguaje que usaba con los pacientes le dijo a Santos.

-Mañana me traes un poco de mierda para hacer un análisis.

Al otro día se presentó Santos, Herrera en ese momento se encontraba en el baño:

-¡Médico!-llamó Santos desde la puerta del consultorio.-Aquí le traigo la mierda.

Herrera le contestó desde el baño:

-Déjala sobre la mesa Santos, que estoy en el baño.

Y Santos lo hizo así mismo, como le indicó el médico, lo que no sabía Herrera, y así lo contó después, es que Santos le había dejado un tremendo mojón envuelto en un periódico.

 

Colonos. Existía un numeroso grupo de colonos que aportaban miles de arrobas de caña para la molienda de cada Zafra; con variedades de caña de alto rendimiento por hectárea: especial, cristalina, cinta, etc., cortadas y alzadas a mano, transportadas por carretas tiradas por bueyes, para grúas y llevadas al central por ferrocarril. Los principales colonos eran Efigenio Consuegra, Pedro González (Perucho), Miguel Molina, Aquino, Félix Ruiz, José Hernández en Anguillero y Camejo y  Vigil, en los bateyes homónimos, así como Modesto del Valle con una pequeña colonita frente a Vigil.

Vigil, que dio nombre al lugar donde estaba su colonia,  era el único colono negro, y además tremendo bromista. Se cuenta que una vez fueron varios amigos a pescar a los aguachales de Falla, entre ellos, Vigil, un moreno alto y fornido. Al regreso, tarde en la tarde, Vigil se sintió mal y medio desmayado entre ayes y dolores fue transportado cargado por los demás, por entre pantanos  hasta el firme, donde estaba el transporte. Al llegar al mismo se incorporó y cambiando totalmente el semblante, sin asomo de pesares y dolores les comunicó.

-En los cuentos de ustedes los blancos siempre joden al negro, ¿No es verdad? Bueno, pues en este cuento el negro jodió  a los blancos, porque yo no estaba enfermo ni un carajo, simplemente lo hice para que me trajeran cargado…

Y entre risas de unos y maldiciones de otros terminó la burla de Vigil.

 

Mayorales: Mi abuelo decía que la Compañía de los Falla-Gutiérrez no era abusiva con los obreros y por extensión pudiera decirse que tampoco lo fue, en general, su personal  de dirección: Inspectores de campo, Mayorales, Mayordomos, etc., aunque sin descartar que algunos de ellos en determinado momento cometiera algún atropello.

Todos andaban a caballo, o para ser más preciso muchos de ellos en mulas; recuerdo especialmente a Jacomino, el mayoral de la colonia Julito, imponente con sus 6 pies de estatura y sus 250 libras de peso, sombrero de alas  anchas y un colt 45 a la cintura, sin embargo jaraneaba con los haitianos como si fueran sus amigos de la infancia. Estaba también Pelegrín en la colonia Isabelita, David Suárez en kilo 8 y Román en la 30. Tirso Suárez que era el Inspector general, muchas veces andaba a caballo o en un jeep Willis. También era inspector Domingo Viera. Otros jefes administrativos eran Viriatico y Polito. Jesús y Raúl y Quintín Iglesias eran los monteros.

Mayordomos fueron Santiago Fuentes, Darío Sánchez y Manolo del Valle.

Manolo del Valle que fue mayordomo durante varios años, fue ascendido por la compañía a Inspector de Campo. En aquella época los obreros le pedían vales o anticipos a los mayorales a cuenta del trabajo por cobrar para poder comprar víveres o medicinas. En ocasiones les negaban el vale, o por que ya les habían conferido otros  o temieran que no llegaran a  ganar en esa quincena lo que estaban solicitando. Cuando esto ocurría los trabajadores iban a donde estaba Manolo y le solicitaban un vale. El se lo expedía y muchas veces sucedió que realmente el obrero no ganó el equivalente y Manolo asumía la deuda y la pagaba de su bolsillo. Cuando la Compañía fue intervenida luego del triunfo de la Revolución y los propietarios abandonaron el país le ofrecieron a Manolo un trabajo similar en las posesiones que tenían en el extranjero si se iba con ellos. Manolo rechazó la oferta y pasó a ocupar otros cargos en la nueva empresa. Por la experiencia que tenía se convirtió en el más preciso y confiable estimador del rendimiento de un campo en arrobas de caña por caballerías. En cierta ocasión se le pidió un estimado de la producción de caña para la venidera zafra. Luego de recorrer todos los campos del área sembrada y hacer el análisis correspondiente, le dio la cifra al dirigente que se lo había encargado, no se si político o administrativo. Pero, cuando éste vio el número le dijo a Manolo:

-Pero yo no puedo aparecerme ahora con esa cifra. Debe ser superior.

Y Manolo, inmutable y con la verticalidad que lo caracterizó, le respondió:

-Usted en su informe puede poner la cifra que quiera, pero en el mío el número es el que le acabo de dar.-Y viró la espalda y se alejó.

Como es de suponer el informe se presentó con el número del jefe. Imperaba la política del globo inflado y la complacencia que tanto daño le ha hecho a la economía, a nuestra sociedad y a la credibilidad y confianza del sistema. Poco después Manolo pedía su jubilación.

 

Comercio: Donde hoy se encuentra la shoppy  se encontraba entonces la tienda de ropa de Felipe Villagrasa, de dos plantas, en los altos, que luego fue el local del Comité Municipal del Partido Comunista se encontraba la vivienda de los propietarios, debajo la tienda y al lado el bar, que también ofertaba almuerzos y comidas y con su correspondiente victrola (traganíquel que es el nombre como se conoce en Cuba) que había una en cada bar con la colección de todos los boleristas de la época: Orlando Vallejo, Orlando Contreras, Celio González, Ñico Membiela, Celia Cruz, las orquestas Aragón, Neno González, Riverside, El Benny y las rancheras mexicanas de Luis y Tony Aguilar, Pedro Infante, etc. Hasta Pototo y Filomeno aparecían con sus ocurrentes parodias.

Foto actual de Falla. En el extremo  izquierdo estuvo el Hotel Delicias. A la derecha  la tienda de ropa que fue propiedad de Mario Combarro.

 

Rosita González esposa de Felipe era la principal dependiente, la recuerdo haciéndole rebajas en los precios  a mi mamá hasta el punto de equilibrio. La otra tienda de ropa más importante en el pueblo era la de Mario Combarro al lado del Círculo Social, con el dependiente Humberto , que vara en mano y tijera en ristre cortaba la tela en varas, no se aplicaba el sistema métrico, además se vendía más en cortes que en confecciones, de esta forma les salía más barato a los clientes; y donde está hoy el taller de radio estaba otra tienda de ropa, más pequeña, la del moro Santiago LLapur que según cuentan les pesaba a los haitianos las gallinas que le compraba en una máquina de escribir y les vendía trajes de la talla 40 al que necesitaba 34 situándolos frente a un espejo y  halando el sobrante por la espalda de manera que pareciera ajustado. En la esquina del paseo, al otro lado de la calle, frente al Hotel Rueda, que se encontraba donde está hoy el Sírvase Usted, estaba la  tienda mixta de víveres y ferretería “La Cooperativa”, de Juan Irurzun, que contaba también con una bomba de gasolina; y además en las áreas del batey del central estaba  la Comercial, con venta de ropa, calzado, etc. una sección de víveres y carnicería.

Las bodegas más importantes eran las del chino Fermín Fong, en la esquina de donde está hoy el Hospital (Que entonces ese local era el Bar Guarapito) y la del hermanos Elías y Agustín Más, chinos también, ubicada en la esquina deonde está hoy La Sombrillita.

El Hotel Zeppelín se encontraba  donde está hoy el parque Martí, frente al Hospital de Falla. Existieron también el Hotel Rueda que estaba donde se construyó el Sírvase Usted, después que este hotel fuera  devorado por un incendio; otros fueron el Delicias y la Casa Carlota.

Al desaparecer estos hoteles, producto del abandono en que cayeron después que fueron intervenidos Falla se quedó sin ningún tipo de hospedaje, y a partir de ahí todo forastero que visita el lugar, si  lo sorprende la noche tiene que pernoctar y dormir en los bancos de la terminal, y han sido muchos, pues en los años en que se instauró el EJT y la CJC venían muchos familiares de esos muchachos casi todos de otras

provincias.  Tal parece que en los modelos económicos por los que hemos transitado no está planificada la existencia de este servicio en poblados de poca importancia.

 

Otros negocios: En los altos de la cuartería de dos plantas frente a la “Casa Felipe” estaba la  fotografía del chino Palacio Mark, en los bajos:

 

 

 

Hotel Zeppelín.

 

la sastrería de Palau, la relojería de Prieto, la zapatería de Pedrito Dorta y la barbería de los hermanos Lavín..

Y recorriendo las calles del pueblo para regocijo de los menores y preocupación de los mayores (Por la carencia de efectivo) estaban los heladeros ambulantes con sus carritos y sus barquillas de helados de diferentes sabores a cinco centavos:  Guineo, El Jabao, de hercúleos brazos del que se decía que tenía la derecha prohibida, Lan, Arbelio. Y no podíamos dejar de mencionar a la negra María Luisa, con su límpida sonrisa y su voz melosa que invitaban a comer sus sabrosas y tostadas empanadas.

 

 Barberías: Las barberías de Justino, Felo, Los Lavín, la de japonés, todas en el entorno del centro del pueblo.

 Cuando alguien habla de los barberos de Falla, el primer nombre que viene a la mente es el de Justino Arozarena, en gran medida por su longevidad, y la cantidad de años que trabajó como barbero, siempre en Falla, le faltaban dos días para cumplir 90 años cuando murió y estuvo pelando casi hasta el día de su muerte, pero no sólo por eso, sino por su afabilidad, nobleza, educación, trato, ecuanimidad y además en primer plano su profesionalidad en el  oficio. Inmediatamente se recuerdan también a Felo y  Arnoldo Salt, preferido por muchos por ser muy buen barbero, (pero relegado por otros por su afición a la bebida). Cuentan que para burlar la vigilancia que le montaba Justino, que era el responsable del grupo, para evitar que tomara en el horario de trabajo ya después del triunfo de la Revolución,  Arnoldo se las ingenió vertiendo ron, que compraba al frente en el Bar de Rosa,  en el depósito del atomizador, que se accionaba con una perita de goma para echar agua pulverizada en el cabello, y dando momentáneamente la espalda apretaba la perita frente a la boca abierta y se daba par de inoculaciones de ron pulverizado…Hoy herederos de Justino siguen siendo barberos como son los casos de Pupy y Tomasito.

 

Choferes de alquiler: Se destacaron en esos años Giraldo Díaz, Manuel Hernández y Aquino que tiraban preferentemente para Anguillero, La Treinta, La 25 y Palma; Posteriormente también Polele y Basico Camejo. Quilla, Bermúdez, Braulio, Cabana, Serbio Morales, Vele y Luis Calvario para Morón y José Luis para las colonias de kilo 8, kilo 9 y kilo 12. El pasaje a Morón costaba 40 centavos y para las colonias 20 ó 25 centavos. Entre los choferes de alquiler el más popular y simpático fue José Luis con su inconfundible pregón:

¡Yip barín, voy kilooo…!-mientras circundaba en su máquina una y otra vez la última cuadra del paseo hasta completar el pasaje, casi siempre jornaleros haitianos.

Ostentaba, según contaba el mismo, el record de montar en una ocasión 18 haitianos en su carro, un maltratado chevrolet  del 52 o el 53.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               

Montaba un pasajero sobre cada guarda fango delantero, que se sujetaban de los adornos metálicos, consistentes a veces en una palomita o un avioncito niquelado, dos o tres en el maletero, que dejaba abierto, con la tapa levantada, cuatro o cinco en el asiento delantero y siete u ocho en el asiento trasero.

Una vez completo se dirigía a la bomba de gasolina de Juan Irurzun, en una esquina del paseo anunciando su presencia:

¡Yip barín, gasolina aquí…!Y Llenaba el tanque, por cuarenta centavos.

Cuenta José Luis que en una ocasión, allá por los años 50, se encontraba cambiando una rueda del carro, en el garaje del Bar Perico, cuando se detuvo un lujoso auto y de él bajó un hombre vestido de traje y pagó su consumo en el bar con un billete de cien pesos, una suma enorme para esa época.

El chino Perico le dijo:

-No tenemos cambio pala eso, pelo ve a vel aquel neglito que está allí en el galaje al lado  del auto, que quizá el tenga…

El hombre miró sorprendido hacia el lugar que le indicaban, pero se dirigió hacia el negrito, que no era otro que José Luis, y le presentó el billete preguntándole si tenía cambio, a lo que él le respondió:

-¿En que tipos de billetes lo quiere?

El sujeto, más asombrado aún le indicó y José Luis le hizo el cambio.

Y aquel señor, dirigiéndose a nadie en particular expresó:

-¡Verdad que en cualquier basurero se encuentra uno una perla…!- Y subió al automóvil y continuó su camino.

 

El Cine: Entre las diversiones del pueblo estaba el cine-teatro Bebé que administraba Montañez con Román como proyeccionista y que pasaban dos películas los martes, jueves, sábado y domingo del cual recuerdo las incontables veces en que se partía la cinta y la consabida rechifla que era acallada al encenderse las luces, ocasión que aprovechábamos para salir por una de las puertas del fondo del lateral izquierdo al patio de la casa de Montañez y comprar dulces o caramelos a su esposa Catalina.

Eran preferidas los oestes y las películas mexicanas de charros; en esas  ocasiones  Montañez tenía que echar mano a la reserva de sillas de tijeras y colocarlas en los pasillos, para poder sentarnos luego de haber dejado algún botón de la camisa en la turbamulta que se formaba para comprar la entrada en la pequeña taquilla guarnecida de barrotes.                                                                                                                                                                          

 

El Teatro: Fue en esos años que el teatro tuvo sus Días de Gloria conducido por la mano de Manolito Ramírez que con tesón y entusiasmo lo mismo montaba obras clásicas del teatro universal que llevaba a escena producciones propias salidas de su pluma de las que era además guionista, decorador, ambientador y director, sin que hubiera pasado antes ningún estudio dramatúrgico ni de las artes plásticas en las que fue un expertísimo pintor.

Actores:::::

 

La Música: Para la recreación popular estaba también la Orquesta de Sahúma, la de Cheo……, el conjunto de Manango y su acordeón, y ya más tarde el grupo de Néstor Espinosa y el trovador Rolando Montes de Oca, con su guitarra su aceptable voz y las canciones de moda, que amenizaba en fiestas y descarguitas en las casas, hasta el día en que en una trifulca que se formó en una de ellas terminó la guitarra de Montes destrozada por un seborucazo lanzado entre los contendientes.

Era frecuente además la visita de Martica Morejón y del Jilguero de Cienfuegos  a la casa de su tío Venancio, que tenía un puesto de ventas, y luego de comerse el consabido lechón asado, la visita concluía, para deleite del pueblo, que masivamente acudía, con una velada artística, una especie de improvisadas Palmas y Cañas, en una tribuna frente al kiosco de Venancio, a la que se sumaban los trovadores de la zona y el acompañamiento del saxo de René Pedrosa, emblemático personaje, que era maestro, profesor, contador, anotador de beisbol, apostador, buen bebedor y además músico.

Foto actual del Paseo de Falla.

 

El periódico de Falla: ¿Sabían ustedes que Falla contaba con un periódico propio en 1955? Se llamó Juventud, su Director fue Pepe Barreras, la redacción la formaban: Israel León Acosta (“Ñico”), recientemente fallecido y los hermanos Lavín, los jimaguas Julio y ----. Se editaba en Morón. Contaba con cuatro páginas: un editorial y noticias locales, culturales, deportivas y sociales.

Contó con sólo 3 ediciones. La cuarta no pudo salir porque un editorial salido en la tercera edición molestó a los directivos de la Arrocera BAGÚ al impugnar el cierre de un camino vecinal debido a las áreas cultivadas por esta poderosa empresa y en la persona de su mayoral Pedro Mora se les conminó y amenazó con tomar medidas severas si volvía a aparecer otro número del periódico.

Y poco nos faltó para tener una emisora. Al menos esos siempre fueron los sueños, no cumplidos, de Ignacito “Caña Seca”, que no desaprovechaba ocasión para poner en funciones su planta móvil, con dos altoparlantes de trompeta y una grabadora de cinta para ambientar con música grabada la visita de los caballitos, una fiesta en el círculo o con las bocinas sobre el techo del automóvil de Serbio recorrer los bateyes de las colonias con la propaganda comercial de las tiendas de ropa:

-“La Casa Felipe, la que más barato vende en cien leguas a la redonda”.- Y con eso ganarse unos kilos, bien escasos y difíciles en esa época.

Ya mucho más tarde, allá por los años 80 del pasado siglo, me comunicaba de manera entusiasta que pronto iban a crear una emisora en Chambas. Al fin surgió, pero él no figuró nunca en los planes de la misma.

 

El Deporte: Entre las diferentes manifestaciones del Deporte puede mencionarse a Falla como una de las plazas fuertes en el voleibol en los años 50 al 60. El equipo integrado entre otros por los hermanos Irurzun, Juanito y Leonel, por Carrodegua, “Machito” Rego y Eddy Díaz era casi imbatible jugando en los terrenos del Club y del Liceo. No mucho después siguió esa tradición triunfando frente a combinados de Chambas, Tamarindo y los primeros colaboradores soviéticos que nos visitaron un equipo en el que formaban parte “Monsi”, su primo el zurdo Ramón Pérez Dorta y Héctor Simón.

Muchos de los mismos integrantes del “voli” también conformaban el quinteto del básquet también con resultados destacados.

Más tarde mantuvieron esa tradición un equipo formado por Ariel Noda, Orlando Silva y  Moisés Expósito entre otros.

En el Ajedrez se destacaron: Bello, que ganó el primer torneo que celebró el INDER, el chino Agustincito Más Rivero, Mujica y Castellanos  el farmacéutico, eterno e incansable jugador de gran calidad, aun cuando ya era un  viejecito.

Pero fue, el béisbol, el que aportó los mejores jugadores y resultados. Ya en los años 40 Anguillero reunió un equipo en el que se destacaban Felo Ruiz como lanzador derecho de gran velocidad, curveador  y de mucho control; Miguel Molina, que practicó en La Habana como reserva del equipo profesional Cienfuegos, pero regresó por el temor a perder su plaza de pesador y no integrar el equipo; Ángel Ruiz, jardinero central de poderoso brazo y considerado imponchable por el tacto y vista que poseía; y además Rafael Molina, jardinero y excelente tercer bate.

En Ranchuelo hizo época el brazo de hierro de Oscar Guevara como lanzador y los descomunales batazos de Ezilde Expósito, ambos tenían suficiente calidad para haber integrado equipos nacionales, pero llegaron ya algo viejos a esa etapa.

En Falla se destacaban Román, moreno fornido que había jugado en la liga de Pedro Betancourt y jugaba impecablemente la tercera base y Maximiliano Sanamé, receptor de potente brazo y poder al bate que también incursionó por las reservas del equipo profesional Habana.

Nadie puede olvidar los reñidos juegos de pelota escenificados entre los equipos de Chambas y el Taller de Tractores de Falla en la década de los 60 por la discusión del título zonal de segunda categoría en el  estadio Paquito Espinosa de Morón, repleto como quizá no se ha vuelto a ver ni ante los juegos de la Serie Nacional.

Después de haber barrido con todos los contendientes de cada batey incluyendo a Ranchuelo con su estelar lanzador Oscar Guevara, ya veterano y a Anguillero que contaba con Horacio Zorrilla, diestro lanzador derecho que fue después miembro del equipo Granjeros a la Serie Nacional.

Transportados en la rastra que conducía Cheo Esponda y varios camiones más y cuanto auto de alquiler estuvo dispuesto, en un congestionado estadio repleto de fanáticos y aficionados de los equipos de Falla y de Chambas se desarrolló un dramático duelo de lanzadores por los astros del montículo, el zurdo Elpidio Jiménez por Chambas equipo comandado por Mario Bereijo y el veloz derecho Osveldo la Rosa del Taller de Tractores que dirigía Ramón Donato Hernández. Este equipo lo conformaban además los isleñitos “Niñí” y Omar González, “Chichón” Reinoso, Onelio Gómez “El Manchao”, Maxilmiliano, Roger Hernández, Tite Amigo, Israel Fernández, Toño Leati, Challín Barreda, Chucho Santos y otros más.

Osveldo había dominado perfectamente a la toletería chambera que contaba entre otros con tremendos bateadores como Yaboló García, Evaristo Cárdenas y el propio Elpidio Jiménez. En el noveno ining faltando un out para la victoria de Falla 2X1 un lamentable error del antesalista Chucho Santos, al dejar caer un inofensivo flaicito entre home y tercera base hizo enmudecer a la afición fallera asistente al ver como con veloz corring desde primera base,  Esleido Reinoso empataba el juego; después vendría, ya desconcentrado Osveldo, el descomunal batazo de Evaristo Cárdenas contra las cercas entre el los jardines central y derecho, cerca de la pizarra para anotarse un triple y poner la de la victoria en tercera base que entró más tarde impulsada por hit de Rogelio “Yaboló” García convirtiendo en 3X2 la victoria de Chambas.

Muchos años después de este juego, me encontré un día con Chucho Santos y le pregunté qué le había pasado en aquel memorable juego que nadie  olvidó nunca en Falla y mucho menos él seguramente, que fue el protagonista y factor negativo de aquella derrota debido a aquel fatal error siendo él uno de los guantes más seguros  que había en tercera  base . Y dijo:

-Mira, Osveldo pidió la pelota para fildearla y yo se la dejé, y parece que luego pensó que no le iba a llegar y me gritó:

-¡Tuya, tuya!

-Cuando reaccioné de nuevo ya estaba fuera de balance; era un flaycito muy cortico y bajito, no me dio tiempo, me dio en el guante y se me cayó-

Chucho se queda muy serio y silencioso unos instantes y finalmente me confiesa.

-Ese fue el último juego que jugué en mi vida,…,! más nunca jugué!; la vergüenza no me dejó,…, no pude,…, aunque yo sabía que no fue culpa mía, pero para todos los que vieron el juego, si, y por aquel error se perdió el juego y el campeonato. Me llamaron para que volviera a jugar de nuevo, pero nunca más jugué.

Y en el brillo de sus ojos se traslucían el dolor y quizá reprimidas lágrimas que aquella cruel marfilada le recordaban. Años después Chucho murió. Nunca declaró públicamente lo que aquel día me confesó. Es bueno que se sepa que debió haber sido así.

Posteriormente el equipo se redondeó con figuras como Omar Carrero, Benjamín Álvarez y Benigno Hurtado todos integrantes de equipos nacionales.

 

La tiranía: No es menos cierto que los efectos de la tiranía batistiana no se sintieron en Falla con la fuerza devastadora de otras regiones del país, quizá en parte por lo alejado del escenario de las principales acciones y otra por ser una pequeña comarca de poca importancia estratégica, referido en particular a los crímenes y torturas que esa zonas padecieron. No obstante, ya a finales de 1958, exactamente el  27 de diciembre la garra sanguinaria del ejército batistiano se cebó en cuatro jóvenes que procedentes de Majagua intentaban incorporarse a las filas rebeldes y fueron interceptados y asesinados a la salida del pueblo, en la carretera que conduce a Chambas, ellos fueron: Orlando González, Nieves Montano, Genaro Ortega y Raul Barbosa.

Al frente de los  ejecutores del aquel crimen se encontraban el Teniente Rosales  y el sargento conocido por “Bola de Queso” odiado por los abusos cometidos contra los campesinos de la comarca. En los primeros días del Triunfo Revolucionario Rosales fue condenado a la pena de muerte y Bola de Queso a 30 años de privación de libertad. Otro abominable crimen fue la tortura y asesinato de Félix Rábago Guevara de la zona de Ranchuelo; “Balbín” era miembro de las células clandestinas del Movimiento 26 de Julio y fue torturado antes de morir sin que delatara a ninguno de sus compañeros.

En Falla era jefe del movimiento Charles Consuegra con Miguel Esponda como  segundo, formaban parte además, Challín Barreda, como jefe de la célula en el central con Orlando Rivas como segundo, se dedicaban a la venta de bonos, recaudación, avituallamiento y recogida de armas. Los miembros del Directorio Revolucionario 13 de Marzo tenían su centro de recepción en Morón dirigido por Álvaro de la Madrid.

    Sitio histórico: Obelisco a los Cuatro Mártires.                                                                                                                                        

·         La Estatua Viajera.

 

Por los años 40 fue construido un parque en la manzana formada por las actuales calles Enrique Varona, …., …., y ….. Su vértice sur-occidental estaba frente al kiosko de Pancho el largo, la otra esquina frente al Teatro Bebé, la otra donde está hoy el cine Guamá , que a medianíade cuadra estaba la escuela de Reinalda y cerraba en la esquina donde está la ceiba. Estaba rodeado de laureles. Uno de ellos se convirtió en un sitio histórico: El laurel de la Unidad y que dio nombre a ese parque.  

Sitio histórico: El Laurel

 

Este laurel fue sembrado por Jesús Menéndez el 1 de mayo de1940, durante un acto efectuado por los trabajadores azucareros, con el propósito de unificar los sindicatos existentes en aquella época en el central “Adelaida” y sus colonias; para esto cada colono trajo cierta cantidad de tierra de su hacienda cañera, la misma fue depositada en el sitio donde se plantó el Laurel. Este lugar con el decursar del tiempo fue visitado por personalidades políticas y sindicales como: Juan Marinello, Jesús Menendez, Lázaro Peña y Romérico Cordero. Casi frente a la casa de Bello.

En el centro de este parque se levantó una estatua a Las Madres, y con este nombre también se conocia al mismo, como Parque de Las Madres.                              Cuando el paso de los años y el abandono fueron destruyendo este parque y la yerba se enseñoreó del lugar, se convirtió en terreno de pelota de los muchachos; la estatua, impávida e indefensa, contemplaba, desde su semi-hundido pedestal, como muchos batazos, salidos de los bates de Titón, de Gonzalo o de Benito chocaban y rebotaban  contra ella o eran capturados elegantemente por Tico Rivalta, Chuchi o Iván Ortiz.                                                                                                                                              Así, vio pasar innumerables circos: Montalvo, Dufflar, LLerandi, Pubillones,  que armaban allí sus carpas en el tiempo de zafra; también era el lugar de los llamados “Caballitos”, estrellas giratorias, trencitos, barquitos y esas diversiones que eran traídas por compañías  ambulantes por varios días.

Debido a la reurbanización del lugar, al construirse allí un edificio multifamiliar de cuatro plantas y varios de dos, además del Cine Guamá, se decidió el traslado de la estatua para el parque triangular que se construyó donde estuvo el Hotel Zeppelín, frente al círculo social al lado del paseo, pasándose a llamarlo entonces: Parque de las Madres.

No se por idea de quien, la estatua se trasladó nuevamente años más tarde para un mini-parquesito que está por el lado de atrás del correo, donde permanece hoy casi oculta y escoltada por la sombra y las flores de varias majaguas que adornan ese parque y cerca de la centenaria ceiba centro geográfico del pueblo.

Lo curioso es que alguien ha descubierto que esa sencilla escultura de mármol, de suaves y onduladas líneas, (de …---metros) que representa  una joven madre , de pelo largo con una trenza, sosteniendo en sus brazos el fruto de su maternidad, fue creada por Rita Longa, en la que se considera su única obra escultórica fuera de la ciudad de La Habana (Exceptuando la Aldea Taína de la Laguna del Tesoro en Matanzas).

Hasta  ahora la única obra reconocida de esta artista  en la actual provincia de Ciego de Ávila es el gallo de Morón.

 

·         Pedro la Chiva.

 

Sin lugar a dudas el personaje más popular, célebre y pintoresco de Falla, fue Pedro la Chiva. No cabe dudas que seguramente debió ese mote por haber sido sorprendido, lo más probable en su adolescencia, en amores con una cabra. Siendo la zoofilia, algo común y frecuente en aquella época, en los jóvenes residentes en zonas rurales o sub-urbanas y también en los no tan jóvenes.

Así mismo, en el poblado existía un Orlando la puerca, Oscar la mula y en Ranchuelo un Erasmo el verraco; apostaría que todos por la misma causa. También estaba Luis la perra, pero al parecer el mote de éste se debía al destartalado auto de alquiler que conducía.

Pedro era de mediana a pequeña estatura, delgado en extremo, mandíbula prognática, cejas hirsutas y ceñudas; ágil y fuerte; de caminar epiléptico, con movimientos descoordinados de hombros y brazos como poseído por la corriente eléctrica; era un andarín sin descanso.

Tenía evidentes perturbaciones mentales, que no le impedían ser coherente en su hablar, que era muy rápido y en forma de ráfagas.

Era hojalatero, construía manualmente a golpe de martillo y remaches jarros, palanganeros, hornillas para carbón, cestos para basura, que salían de las varillas metálicas que recortaba de todo tipo de envases, chapas metálicas, latones, etc… recogidas no se sabe donde, anticipándose por muchos años a la Empresa de Recuperación de Materias Primas.

Al pasar frente a su casa se oían a cualquier hora los martillazos del incansable Pedro fabricando sus cachivaches para la venta.

Recorría el pueblo y los bateyes de las colonias aledañas con la ristra de sus objetos a cuesta. Su figura chaplinesca, que rememoraba un poco al Canillitas de Charles Chaplin,  ya era cómica de por si y además porque siempre a cualquier hora y lugar iba vestido de traje y corbata con varias de estas de repuesto en un bolsillo de la chaqueta y que recambiaba constantemente. Con su andar bamboleante y  colgando del hombro la tonga de latas, hornillas y demás chirimbolos, pregonaba su mercancía:

-¡Veeendo hornilla, vendo jarro!

-¡Jaba y jabita pa´las muchachas bonitas!

-¡Hornilla y batea pa´las mujeres feas!

De pronto, salido no se sabe de dónde, detrás o de algún lugar inesperado surgía el infamante y abominable grito:

-¡Beee-beee, chivo, beee-beee!

Y de forma instantánea y relampagueante Pedro suspendía su pregón ,se detenía para localizar al autor del odiado nombrete y emprendía veloz carrera detrás de los provocadores, denostando y lanzando piedras y cuantos objetos encontraba:

-¡El coño e´tu madre maricón. Deja que te coja.

A lo lejos la risa y la burla de los mortificadores, que lograban evadir a Pedro, porque desde otro ángulo alguien más lo volvía a provocar:

-¡Chivoooo!, beee-beee!

Y Pedro, cual embravecido miura enceguecido corría en esa nueva dirección buscando al nuevo atacante…

A veces, cuando nadie se metía con él, luego de recorrer de una punta a la otra las cinco cuadras del paseo de Falla y llegar al borde del crucero del ferrocarril, Pedro volvía sobre sus pasos y dirigiéndose a los parroquianos por allí aposentados les decía:

-Ya no hay hombres en este pueblo, nadie se mete con Pedro la Chiva…

Era el ratón extrañando al gato.

Pero Pedro era trabajador y, además ocurrente. Relataba él mismo, que cuando asistió al 1er. Acto Nacional del 26 de Julio en La Habana en 1959, un soldado rebelde lo detuvo en la calle camino de la Plaza de la Revolución pensando quizá que aquel estrafalario personaje fuera un demente escapado de algún sanatorio mental y lo condujo a un Hospital Psiquiátrico; y entonces, contaba Pedro:

-El sicatria me preguntó si yo estaba loco, yo le dije que no.

-Entonces el sicatria me dio un cubo sin fondo y me dijo:

-Pedro, llénalo de agua en aquella llave.

-Yo le dije-continúa Pedro- Dámelo acá, que te lo voy a llenar de agua, pero dame un nailon y un cordel o un alambre que le voy a poner fondo y te lo voy a llenar.

-Y el sicatria entonces me dijo:

-Pedro, tu no estás loco, puedes irte…

En una ocasión que asistí al cine de Falla a una revista musical, y que Pedro la Chiva estaba entre el público asistente, el grupo musical que abrió el programa, tal vez ya aleccionado por alguien o a solicitud de alguien y ajenos a lo que se iba a desencadenar, comenzaron cantando la canción que decía:

Suelten al chivo de la campana,

Suelten al chivo, beee-beeee…

 

Todo el mundo comenzó a corear: beee-beee, pero mirando a Pedro, que como un resorte comenzó a tirar piñazos en todas direccione, a brincar por encima de las butacas detrás de todos los que le coreaban el berrido del chivo y a tirar piedras, que ya para entonces siempre andaba con los bolsillos del saco llenos.

Allí mismo se acabó la función, en medio de la risotada de los músicos que disfrutaban de lo lindo desde el escenario.

Durante muchos años meterse con Pedro la Chiva fue la diversión de mucha gente. Es verdad que era una burla, pero nunca le ocasionaron ningún daño, al menos material.

Yo nunca me metí con él. Le tenía miedo. La única vez que hablé con Pedro, o mejor dicho él conmigo,  fue porque se me acercó frente al correo, que estaba esperando que abrieran y me preguntó:

-A qué tu no sabes en qué se parece un tuberculoso a la iglesia de Ranchuelo.

-No sé, Pedro- Le dije.

-En que ninguno de los dos tiene cura- me contestó- y se alejó con su sempiterno y remenequeante andar.

Ya viejo, achacoso y enfermo, tras la muerte de su madre, su salud física y mental fue deteriorándose. Estaba muy flaco, las ropas, semi-raídas le colgaban pareciendo de una talla muy superior a la que debería usar. La falta de alimentación y cuidados hicieron que su enfermedad ganara terreno y cada día se veía más depauperado y decrépito. Su soledad y abandono lo llevaron una tarde al suicidio en la casucha que le había servido de hogar y taller.

Esa tarde al pasar frente a la casa del chino Fong y pedirle el consabido cigarro a-------- para el camino, hasta llegar a su casa 3 cuadras más adelante, rechazó el segundo que siempre pedía para después y les dijo que no dejaran de ir a su velorio. No hicieron mucho caso de lo que tomaron como un desplante de Pedro, que ya traía el propósito de llevar a cabo su plan, que cumpliría minutos más tarde.

Han surgido después otros que han vuelto  a ser las víctimas de los mortificadores de siempre, pero ninguno ha llegado a igualar a Pedro que por su peculiar y singular carisma fue algo así como el Caballero de París de Falla y como mismo el Caballero de París tiene su estatua en la Plaza de Catedral en La Habana, que lo inmortaliza, pienso que también Pedro se merece que lo recuerden de esa manera en su terruño de Falla.

A diferencia del Caballero de París  Pedro fue un trabajador infatigable desde su oficio de cuentapropista que el mismo eligió. Nunca robó ni mendigó. No dañó a nadie. No tuvo jefes ni amos. Fue libre de sus deseos y acciones, tanto que él mismo, cuando lo entendió puso fin a su vida. Sólo fue esclavo de la maldad y la burla de sus congéneres, pero que, hasta cierto punto protegieron y ayudaron. Sin embargo en contraste con el Caballero de París, que fue conocido a través de  diversos artículos de la prensa nacional y hasta por un libro escrito por el médico que lo atendió, Pedro ha sido relegado de toda mención, incluso su semejante en Chambas, Platanito , aparece en las crónicas de Amado del Pino en La Jiribilla. La mayoría lo recordará siempre por el exclusivo mote que lo distinguió sin siquiera conocer su apellido.

 

·         La Enseñanza Primaria. Los gaznatones de Álvarez.

 

La procedencia geográfica y aprendizaje primario de los integrantes de la brigada era heterogénea. Nueve procedían del poblado de Falla y casi todos habían cursado la enseñanza primaria en la misma escuela, con el mismo maestro, el resto habitaba en fincas o bateyes.

Los residentes en el pueblo habían estado bajo el precepto del maestro Álvarez, que mantenía la disciplina a galletazo limpio.

-Un día un muchacho se estaba riendo en el aula-contaba Guizán- Y Álvarez se le acercó lo paró y le dio un soberbio gaznatón a mano abierta por la oreja derecha y el muchacho, aturdido  por el golpe, fue a sentarse. Álvarez lo detuvo y volteándolo, le dijo:

-¡Coge por la izquierda, para que recuperes el equilibrio- y le sopló otro sonoro galletazo por la oreja izquierda.

Le decían de sobrenombre Chanchán, o se referían a él con ese apodo, por que nadie jamás se  atrevió a decírselo.

Otros, como el propio Guizán, también fueron a la escuela privada de Reinalda. También exigente en la disciplina, pero sin apelar a los métodos boxísticos de Álvarez, aunque Robertico recuerda que administraba buenos retorcijones de oreja a los infractores de la disciplina. La escuela de Reinalda tenía banda de música con uniformes con hombreras, entorchados y cadenas tejidas, gorras  y bandas que cruzaban el pecho. Al frente la batutera llevando la dirección y compás. Iniciaban procesiones, verbenas y otras actividades.

Otra maestra que fue respetada y temida era Tomasa, que impartía la clase sentada en una larga mesa oval, a lo largo de la cual se sentaban los alumnos y desde su puesto en la cabecera de la misma repartía cujazos a derecha e izquierda sin tener que levantarse del  lugar.

Paredes cursó la primaria en la zona rural del Inglés, cercana a la finca en que vivía en Ranchuelo. El maestro Félix Acosta, de formación militar, cuando consideraba que el murmullo del aula era superior a lo admisible usaba un cuje de caimitillo, e iba pasando por el lado de los puestos golpeando el cogote de los muchachos hasta que el cuje largaba la cáscara.

Los muchachos del campo no tuvieron luz eléctrica. Por encima del batey de Julito donde vivía Filomeno pasaba la línea de 13 mil volt con destino a la arrocera BAGÚ, pero el batey no tenía corriente. En el batey de Corojito tampoco tenían, y Eusebio Hernández, el miembro de la brigada que llamábamos por el nombre del batey en que vívía tuvo que dejar la secundaria porque tenía que trasladarse todos los días de Corojito a Falla, sin transporte, a unos 10 kilómetros y cruzar el Río del Calvario, muchas veces crecido. Ni Piñero en Las Cuevas ni Paredes en la finca tenían electricidad.

El primer Televisor que vio Paredes fue en una ocasión que visitó la casa de Jesús Hernández allá por 1958. Fue un sábado y presenció el cartel boxístico avalado ese día por las peleas de Pupi García y de Gallito del Ring, categorizados como de los más relevantes del boxeo profesional en Cuba en esos años. Manolito “el de la moto”, como se conocía al padre de Jesús operaba una moto niveladora, que le permitía tener trabajo todo el año y ser bien remunerado para la época.

Guizán era descendiente directo de dos inmigrantes españoles: Su papá Daniel,  de Lugo y su mamá, de Albacete. El y sus hermanos eran conocidos en Falla como “Los Galleguitos”. Su padre trabajó mucho tiempo como carbonero en Cayo  Romano junto a sus hermanos venidos también de España.

 

·         Primera Escuela Secundaria en Falla.

 

En el curso 1960-61 se inician, con la Revolución en el poder, los estudios secundarios en Falla, ya que ningún gobierno anterior se ocupó de esto. Ya algunos de los que comenzaron habían terminado la primaria hacía unos años, pero la situación económica les había impedido continuar estudios superiores trasladándose hasta Morón, que era el lugar más cercano donde existía una Escuela Superior.

El local inicial fue la casa que había pertenecido a Polito o a Viriato Gutiérrez, que habían abandonado el país después de la intervención del central y sus tierras.

Reinalda Arozarena Leal, excelsa y reconocida Maestra Normalista Doctora en Pedagogía, que había dirigido una escuela privada, fue la primera directora de la Escuela Secundaria Básica Miguel Calvo Antolín. Reinalda era una morena alta, de complexión fuerte, siempre elegantemente vestida y perfumada. Dirigió solamente los cursos 1960-61 y 1961-62. Se consideró que no era la representante ideal para dirigir la formación de las nuevas generaciones que se necesitaban en Cuba por su arraigo capitalista de haber  sido dueña de un colegio privado. Otros profesores de ese primer claustro correrían igual suerte por haber tenido familiares involucrados en los órganos represivos del anterior régimen o por profesar creencias religiosas. Los profesores que los sucedieron, en la mayoría de los casos, con una formación docente inferior no traían además una rica trayectoria revolucionaria conocida, pero al menos venían sin los lastres que le impedían ejercer la docencia.

El 28 de enero de 1961 en el “Año de la Alfabetización” se inaugura oficialmente el centro con la asistencia de los padres de Miguel Calvo Antolín, mártir cuyo nombre lleva el centro, así como todos los dirigentes del Partido y el Estado en la localidad.

 

Primer Claustro de Profesores.

Primer Grupo de Alumnos:                              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SEGUNDA  PARTE.

Brigada 11. Falleros recogiendo café.

·         Partida  para Oriente. La travesía.

Estadio Paquito Espinosa, Morón. Miércoles 15 julio 1964. 8:30 PM.

Habíamos llegado de Falla por la tarde y estábamos concentrados en el estadio con nuestro exiguo equipaje, algunos con mochilas y con pequeños maletines otros, para partir para la provincia oriental a la recogida de café. Éramos 15 adolescentes, unos ya habían cursado el primer año de bachillerato, otros recién graduados de secundaria y algunos todavía transitando por distintos niveles, pero todos provenientes de la Escuela Secundaria Básica Miguel Calvo Antolín de Falla.

Hacia nosotros se encaminó Filomeno, con su andar pausado, su noble semblante y mirada serena, de estatura pequeña, torso ancho sin llegar a ser grueso, pelo negro y rizado enmarcando su redondeada y trigueña cara, que denotaba un ancestro proveniente de las múltiples etnias, razas y pueblos que conformaron la nacionalidad cubana, cercano a los mayas o al de algunos de los pobladores del altiplano sudamericano; boliviano o peruano. De humilde procedencia, su padre Joaquín, su tío y su hermano Efraín, “Cao” o “Fray” como familiarmente le llamaban, eran jornaleros del batey de  Julito, cortadores de caña en la Zafra y tareas diversas en el Tiempo Muerto. Allí había nacido y creció “Filo”, en modestísima casa de techo de zinc y piso de madera conviviendo con sus hermanos, 2 varones y 2 hembras , los padres y tío: en total 8 personas; visitada, no obstante, asiduamente, por los hijos del mayoral en familiar confraternización; compartiendo al igual que los demás muchachos con los inmigrantes haitianos que vivían hacinados en un barracón al final del batey y aprendiendo con ellos el patois de manera que se comunicaba con todos en franca camaradería a través de ese lenguaje. Había cursado la educación primaria en la escuela de Julito, un aula que formaba parte del barracón, separada por un tabique al fondo del mismo. Tres consagradas maestras, las hermanas Rodríguez: Soledad, Nievecitas y Conchita le impartieron la enseñanza. Cual de las tres más dulces y cariñosas, todas con una formación católica honesta y consecuente. Del batey sólo Riye, el hijo de Darío el mayordomo, había podido continuar los estudios, al obtener una beca para el Hogar Infantil de Chambas, donde se entraba, no sólo por los resultados, sino por recomendación. Para los demás niños del batey, generalmente, el estudio terminaba al llegar al 6to. Grado; para muchos antes aun.

Filo había participado en la Campaña de Alfabetización como miembro de las Brigadas Conrado Benítez en la zona campesina de Sabana del Medio, cercana a Falla. Era militante de la Unión de Jóvenes Comunistas. Había sido designado como el Jefe de la Brigada de recoger café. No sé quiénes lo decidieron así; pero era, realmente, de todos nosotros, el más indicado: por su seriedad, su afabilidad, su sinceridad, disciplina, trato y exigencia a la vez.

 Nos venía a informar las orientaciones recibidas en la reunión que acababa de terminar.

-Muchachos, nos vamos  enseguida para Camagüey en guaguas, allí se van a concentrar todos los recogedores de la provincia para partir en tren para Santiago. La Brigada se llamará Brigada 11 de Morón.  Bello y Paredes han sido designados como miembros de la dirección de la brigada. Nos incorporaron un compañero de Pina que se llama Jesús Morejón.

Componentes de la Brigada y edad de sus integrantes.

1.       Filomeno Leiva. Jefe de Brigada. 17 años.

2.       Jorge Paredes. Dirección de la Brigada. 14 años.

3.       Manuel Bello. Dirección de la Brigada.

4.       Ángel Guizán. 17 años.

5.       Jesús Hernández.

6.       Eddy Camejo

7.       Melchor Menéndez.

8.       Alberto Ramírez.

9.       Néstor Piñero.

10.   Eusebio Hernández. 15 años.

11.   Tony Rodríguez

12.   Lázaro Márquez.

13.   Humberto Calvo.

14.   José Chávez.

15.   Jesús Morejón (De Pina)

16.   Rolando Montes de Oca.

Llegamos ya tarde en la noche, en varias guaguas procedentes de Morón a la Ciudad Escolar Ignacio Agramonte de la ciudad de Camagüey, donde ya se concentraban, por centenares, los integrantes de las brigadas de los demás municipios de la provincia.

 

Jueves 16.

Amanecimos acostados algunos en el césped y otros  en los portales del antiguo cuartel del Regimiento Ignacio Agramonte del anterior régimen convertido ahora en Ciudad Escolar Ignacio Agramonte, lugar en que el inolvidable Comandante Camilo Cienfuegos librara su último combate al desarticular la traición de Hubert Matos en 1959.

Allí nos pasamos el día y ya por la noche nos llevaron para el Auditorium Iván Hidalgo Funes del Instituto Pre-Universitario Álvaro Morell, pequeña instalación deportiva techada, con gradas y un área de tabloncillo para baloncesto, voleybol, etc. para una actividad cultural de despedida, la cual pasamos dormitando sobre los colchones que se dedicaban a la lucha o el judo, mientras un conjunto musical actuaba muy cerca en un improvisado escenario.

Finalizaba la noche del jueves. Terminó la actividad y nos condujeron para el Policlínico cercano a la terminal de Ferrocarril para un chequeo médico y placas de los pulmones a cada integrante de la brigada. En eso nos pasamos la noche y a medida que iban pasando el chequeo nos conducían para el Club Ferroviario que quedaba al lado del policlínico, donde pasamos lo que quedaba de noche recostados a los paquetes o sentados por el suelo, en la segunda noche consecutiva sin dormir en una cama.

Allí, en el patio de aquel local había ya centenares de muchachos, sentados o de pie, inundando todo el patio y la casona que servía de club. Al lado de unas arecas del jardín, en la semipenumbra intenté evacuar el vientre, cosa que no había podido hacer desde que salí de la casa. Apenas intentarlo al bajarme los pantalones y agacharme llegó corriendo un bedel gritándole a otro más.

-¡Mira! Uno cagando allí, cógelo para llevárselo a los responsables y que lo boten de aquí.

Al oir esto, me levanté rápidamente, al tiempo que me subía y abrochaba los pantalones y me mandé a correr por entre el gentío alejándome de los perseguidores, doblé, entré por la casona, bajé por un costado y vi a Filomeno, sentado en un banco cuidando mi maletín y otras pertenencias.  Rápidamente le comuniqué a lo que me había pasado y Filo me dijo:

-¡Rápido, siéntate ahí y échate el maletín en la cabeza como si estuvieras durmiendo!

Así lo hice al tiempo que los dos hombres pasaban por nuestro lado mirando para todas partes sin encontrar al que buscaban y alejándose y tratando de reconocer al infractor.

Pasado el susto me dijo Filomeno.

- Si te cogen de que te expulsaban era seguro! Por poco te hacen tremenda mierda esos tipos!.Ja, ja, ja!- Y terminó con una sonora carcajada, típica en él que se reía fácil considerando cómico lo que me acababa de suceder.

 

 

 

Viernes 17.

A la una de la tarde abordamos un tren formado por decenas de carros de transportar caña con improvisados techos de pencas de guano que lograban mitigar el sol pero no la lluvia, como comprobaríamos un poco más tarde cerca de Cacocum cuando nos calló un torrencial aguacero. Hasta ahí todo iba normal, el tren marchaba a buena velocidad y a pesar del sol, sentíamos fresco, sentados a horcajadas en los angulares del carro y aguantándonos del mismo con los pies colgando al exterior.

De la presencia de las negras nubes al aguacero no medió mucho. El agua caía a chorros por entre las exiguas pencas de guano, que el fortísimo viento arrancaba y volaban por el aire mientras el tren corría a gran velocidad, los truenos eran ensordecedores, los relámpagos nos deslumbraban y todo estaba oscuro como si fuera ya noche.  Algunos de los muchachos, más previsores se quitaron la ropa e iban en short, el resto con la ropa mojada chorreando agua.

-Oye tu, Paredes y tu Tony-dijo Chanito-qué hacen tapándose con ese nailon como si fueran dos mujeres paridas, cojan el nailon para tapar todas las mochilas y maletines y que no se nos moje la ropa.

-Es verdad Tony, hay que mojarse, vamos a hacer un bulto con las mochilas y taparlas.-dijo Paredes.

-Que llueva, cojones-gritaban empapados por el agua.

-¡Miren guajiros! ¿Conocen a éste?-gritaba Chanito bajándose el short y enseñándoles las nalgas a través de las barras del carro-jaula a los que desde sus casas, al lado de la línea del tren en movimiento nos veían pasar parados en los portales.

El aguacero duró horas. En Alto Cedro el tren se detuvo y muchos bajamos a exprimir las ropas mojadas y estirar las piernas y tender algunas prendas de ropas en las barandas del tren. Muchas quedarían enganchadas más adelante en las ramas de los arbustos espinosos  pegados a la línea.

El tren se puso de pronto en marcha y los que estaban debajo tuvieron que subir precipitadamente. Paredes cogió la mochila de Tony que estaba a su lado en el suelo, con el objetivo de secarse al sol y se la alcanzó a su dueño elevándola por encima de su cabeza, con tan mala suerte que al virarse un poco y no estar correctamente cerrada se cayó una botella de malta rompiéndose contra las piedras del suelo, con el consiguiente desconsuelo de su dueño.

-¡Coño compadre! mira lo que hiciste, mejor la hubieras dejado como estaba-argumentó Tony el Burrito-sobrenombre heredado por el de su hermano Pepe.

-Oye, te la rompió para que te jodieras, por que él no tiene-terció una voz con el ánimo de encender candela y mortificar.

Al anochecer llegamos a Victoria de las Tunas. Allí nos detuvimos nos dieron comida y cambiaron las casillas de caña por casillas techadas de transportar azúcar. Estuvimos detenidos en la estación del ferrocarril todo el resto de esa noche. Seguíamos con el suelo por asiento y cama, pero al menos íbamos techados por si llovía de nuevo.

Entonces nos enteramos que a Humberto (Calvito) se lo habían llevado para el hospital, desmayado en una camilla y lo querían dejar ingresado,  producto de la insolación, la lluvia después y no haber ingerido nada.

Pero poco después llegó Calvito, ayudado por los demás, contando que se había escapado del hospital porque no se quería quedar ingresado y que tuvieron que correr y doblar por algunas calles hasta llegar a la estación porque habían salido tras ellos cuando se fueron de la consulta.

 

Sábado 18.

A primeras horas de la mañana arrancó de nuevo el convoy, más lento ahora y a veces al paso, pues la configuración del terreno se volvía un poco más abrupta y la locomotora no podía con tantos vagones. En una ocasión se detuvo por bastante tiempo en espera de una segunda locomotora. En ese espacio muchos se bajaron y entre otras cosas recogieron y subieron para el vagón piedras del balastro de la vía férrea, las que utilizaron para hacer fuego graneado sobre los techos de las casas de zinc que aparecieron en un caserío cercano del poblado de El Cristo en calles paralelas a la línea y que quedaban por debajo del  nivel de la línea que estaba más elevada en esos lugares, lo que motivó que no quedara ni un curioso fuera de su casa, mientras el tren se desplazaba velozmente. Con la consiguiente gozadera y algazara de los artilleros.

-Co-co-rre guajiro, que están bom-bom-bardeando-gritaba Piñero desternillándose de la risa.

Y ante la respuesta de algunos de ellos de agarrarse con una mano y sacudir la parte de la portañuela del pantalón…

-Pa´tu madre maricón…-les gritaban a coro Guizán, Jesús, Eddy…

Y a reírse todos y divertirse, como parte de aquella guasa que podía quizá ocasionar un accidente, pero de la que no formaba parte la libación alcohólica, ajena total, en aquella época a las actividades de los jóvenes, no así, desafortunadamente en estos tiempos.

Por la noche entramos a Santiago de Cuba. Para muchos era la primera vez que veíamos la histórica y legendaria ciudad.  Nos transportaron en ómnibus al antiguo Cuartel Moncada, convertido en Ciudad Escolar 26 de Julio, y allí comimos y después visitamos algunas galerías convertidas en museos, con fotos de los mártires de aquella acción. Nuevamente abordamos los ómnibus y nos condujeron al Estadio Guillermón Moncada. A medida que entrábamos a las gradas nos daban a cada uno una colchoneta en la que dormimos sobre las gradas del estadio. Para todos resultó ser la cama más cómoda en que hubiéramos dormido hasta entonces después de tres noches sin probar una cama.

 

·         El componente No. 16 de la brigada deserta en Cacocum.

Antes de dormirnos Filomeno nos trajo una noticia:

-Caballeros, cuando el tren paró en Cacocum Montes de Oca pidió que lo transfirieran a otra brigada, por eso no lo han visto más.

Y era cierto, no nos habíamos dado cuenta que faltaba Montes. Rolando Montes de Oca era un muchacho noble  e inteligente, descollaba por su amplia sabiduría y erudición sobre cualquier tema, algo un poco insólito para su edad, tanto que lo catalogaban como la enciclopedia viviente. Pero su locuacidad extrema y su despacioso hablar lo hacían blanco de burlas y choteos lo mismo de hembras que de varones , pero no cabe dudas de que era un muchacho bueno, amigo de todos y que asimilaba las bromas y risotadas de los demás con tremenda parsimonia sin inmutarse ni encolerizarse nunca. Hubiera sido un buen compañero y hubiera contribuido con sus canciones y bien timbrada voz a pasar mejor las noches en aquel lugar. Pero debe haber recordado que muchas veces sirvió de trajín a los jodedores de su grupo en la secundaria , y la vanguardia de ese grupo eran ahora exactamente los que componían nuestra brigada a la que también él pertenecía y aunque en los dos o tres primeros días del recorrido todavía esa caterva de jodedores no se había cebado en  Montes, él pudo intuir con total claridad lo que le esperaba  en las lomas durante 45 días junto a aquellos bromistas empedernidos en función de divertirse a costillas de él. Por eso decidió rápido y preciso, no se sabe con quién habló, pero consiguió que lo trasladaran a otra brigada o hubiera virado para Falla.

 

Domingo 19.

Salimos por la mañana del domingo en camiones para el regional Mayarí-Sagua de Tánamo-Moa, (Hoy perteneciente a la provincia de Holguín). Hay que apuntar que antes de salir, un grupo numeroso de muchachos tuvieron que comenzar por buscar sus botas que habían sido empleadas como proyectiles en un fuego a botazos que se originó por la madrugada con los integrantes de otras brigadas vecinas en las gradas del Guillermón. Los camiones llevaban pintados en las puertas en grandes caracteres: Regional MASATMOA,   ya las siglas consolidaban sus mensajes cada vez más numerosos e indescifrables. Nos repartieron a cada uno una mochila que contenía una hamaca de saco de yute, una frazada, un par de tenis chino de suela gruesa y un morral para recoger café.

Todos, con excepción de Chávez y Guizán, que ya habían participado en la recogida de café del año anterior, nos sorprendimos al ver la frazada, estando en pleno verano, julio y agosto, la época más calurosa en el país.

-Sin esta frazada no podría dormir ninguno, ya verán el frío que se manda en esas lomas por la noche-nos dijo Chávez, que previsoramente ya traía una de su casa, así como una enguatada para cubrirse por las noches.

Cerca del mediodía la caravana de camiones, pasó por Mayarí y sus famosos pinares. Por más de una ocasión atravesamos altas mesetas cubiertas por las nubes. Para muchos o la mayoría de nosotros esto fue una experiencia única en la vida, veíamos las nubes cubriendo parte de la cumbre de una loma y el resto soleado;  cuando nos acercábamos al lugar quedábamos envueltos en tenues brumas que a su paso nos dejaban el pelo pegajoso y húmedo . Debajo veíamos espeluznantes desfiladeros pegados a la estrecha y serpenteante carretera. Se veían las copas de las palmas como pequeñas sombrillitas esparcidas por el fondo de los profundos barrancos, algunos preferían no mirar. Un accidente, un desliz de un camión hacia semejante abismo de seguro le costaría la vida a la mayoría de los integrantes del mismo. A mi ver estas lomas deberían estar cercanas a los mil metros de altura.

Serían cerca de las tres de la tarde cuando la carretera dejó de serlo y se convirtió en un resbaloso terraplén; los camiones comenzaron a atravesarse en su intento de subir las cada vez más abruptas pendientes de aquel camino, hasta que se dio la voz de parar y bajarse en previsión de evitar un fatal accidente y continuar a pie.

Comenzamos a caminar y comenzaron las bromas.

-Estamos llegando, está al cantío de un gallo- dijo alguien.

-Si, con el gallo bajo el brazo- apostrofó alguien con la consabida broma complementaria.

Ya casi caía la tarde, después de caminar varias horas, cuando llegamos a las márgenes del río Mayarí. Ancho y caudaloso, para nosotros, provenientes de la provincia de Camagüey, escaza de ríos, y más aún de la zona de Falla, donde apenas corre un arroyuelo, nos pareció tan caudaloso como el Cauto. Para más no tenía puente, el devastador Huracán Flora, se lo había arrancado al año anterior. El lugar al que arribamos era un vado, de menos de un metro de profundidad pero de unos 40 metros de ancho, y fuerte corriente, con turbias y achocolatadas aguas que permitía el paso de los camiones por el río, usando cadenas enrolladas a sus ruedas.

El paso para la otra orilla se iba realizando en canoas que transportaban 8 ó 10 personas a la vez, y el botero se valía de una pértiga para avanzar. Algunos “valientes”, de entre los recogedores, que siempre los hay, se decidieron a cruzar a pie por el rastro de los camiones, y no habían avanzado 10 metros cuando la corriente los arrastró, los tumbó y les mojó las pertenencias, con riesgo, incluso de que algunos se ahogaran. Inmediatamente la dirección de la columna prohibió el paso de esa forma. No se si algunos consiguieron finalmente atravesar el río de esa manera, por que ya había oscurecido cuando cruzamos nosotros. Remontamos un farallón que delimitaba el cauce del rió y a unos metros divisamos un caserío que resultó ser Arroyo Seco, el lugar en que nos concentraríamos para luego ser ubicados en los cafetales.

Esa noche armamos las hamacas. Tan grande era el sueño que algunos no nos enteramos de que cerca de las doce de la noche repartieron arroz y sardinas, porque un grupo de nosotros compuesto por: Chávez, Paredes, Tony, Corojito y Calvito, dormimos debajo de unas matas, en la oscuridad, alejados del portal más cercano.

Yo sentía que a cada rato me caía un fango húmedo, lanzado quizá por alguien con deseos todavía de joder, pero como me puse  por encima un nailon por si llovía no le di importancia. Cuando nos despertaron por la mañana, el nailon se había corrido, y tenía unas cuantas cagadas de un gallo que dormía sobre la mata en que había armado la hamaca.

 

Arroyo Seco. Consejo Popular Situado en la porción sur del municipio Mayarí, limita al nordeste con la meseta Pinares de Mayarí y al sureste con los municipios de San Luis y II Frente de la provincia de Santiago de Cuba. En este consejo popular su desarrollo económico está dado por la producción cafetalera, siendo uno de los que más se destaca en el cumplimiento de su plan de producción, además el desarrollo forestal constituye un gran aporte al municipio en su desarrollo económico.

En el área van a encontrarse los siguientes escalones morfoestructurales: Montaña pequeña, de horst-bloque, aplanada, diseccionada, masiva, con una altura de 500 a 995 metros sobre el nivel del mar en la Sierra de Nipe.

La Sierra está orientada del NE al SO y de NE y SE forman el límite Oeste de la Cuenca del Río Mayarí, donde se encuentran las subcuencas más importantes:
Montañas bajas, aplanadas, diseccionadas, con una altura de 500 a 750 m s n m, donde se encuentra una superficie de nivelación de génesis denudo-acumulativa de edad Cuaternaria.

La principal comunidad es la que lleva su mismo nombre Arroyo Seco, gira alrededor de una calle circular en la que se encuentran situados los principales establecimientos de comercio, salud, cultura, deporte y la sede el Gobierno. Posee una despulpadora de café, una carpintería, un taller de artesanía, la oficina del distrito pecuario, el Círculo social, una escuela primaria, un aula de educación especial, una casa de cultura, una sala de video, una biblioteca, un combinado de servicios, un taller polivalente, una cafetería y un restaurante, una tienda de comercio, una panadería, una galletera, un centro de elaboración. Además de casas de viviendas en su mayoría de madera y algunas de mampostería. El principal edificio de la comunidad es el Hospital Rural "Camilo Cienfuegos".

 

Lunes 20.

No recuerdo si nos dieron algún desayuno. Serían las 8 ó 9 de la mañana cuando se inició la marcha para los cafetales. Nos cruzaron de nuevo en canoa para el otro lado del río y comenzarnos a caminar por un trillo paralelo a su margen izquierda, con el río pegado a nuestra derecha, que corría decenas de metros por debajo de nosotros; así caminamos durante un rato, siempre en continuo ascenso, hasta que en una bifurcación del camino tomamos hacia la izquierda alejándonos del río y adentrándonos en el lomerío cada vez más alto y empinado. El aire nos comenzó a faltar, allí conocimos lo que significaba la altura, que nos impedía llenar plenamente nuestros pulmones, acostumbrados a los llanos de nuestra provincia y ver de lejos las lomas, que por cierto era la pequeña estribación de la Loma de Cunagua de apenas 100 metros de altura y aquí nos enfrentábamos con elevaciones cercanas a los mil metros de altitud, casi un Everest para nuestro caso. Avanzábamos unos metros y nos deteníamos; a pesar de ser jóvenes la mayoría llevaba una vida sedentaria; que practicaran asiduamente deportes sólo estaba Chanito, que era boxeador, al menos todos recordaban los antológicos combates pugilísticos con Luis Sande, que se convertían realmente en peleas de fieras, y que era el comentario del pueblo hasta varios días después, con opiniones divididas acerca del vencedor.  Paredes y Eddy jugaban pelota y Chávez también pero no de forma sistemática, Bello era ajedrecista y los demás si acaso jugaban algo era el dominó. La  columna se iba alargando cada vez más. Comenzamos a ver botas tiradas en la yerba, frazadas y otras prendas con la intención de los que iban delante seguramente de aligerar el peso de su equipaje. Me propuse no botar nada, aunque tampoco podía recoger nada, aun cuando me hubiera gustado. Ya al mediodía, después de coronar una empinada loma aguantándonos de las yerbas del camino, llegamos a una meseta donde había dos o tres casas y ya estaban allí una gran parte de los recogedores sentados y tirados por el suelo, debajo de algunos árboles.

Nos sentamos, o literalmente nos dejamos caer exhaustos, era ya algo más del mediodía cuando se dirigió a nosotros uno de los dirigentes de la UJC que venían al frente de la columna.

-Compañeros, hay algunos recogedores que se han extraviado y es necesario que los militantes vengan con nosotros para ir a buscarlos.

No recuerdo si fue Chávez o Filomeno que estaba al lado mío que me dijo.

-Ni te muevas, no digas que eres militante, estás muy cansado y tu no puedes ni contigo mismo, mucho menos para ir a buscar gente perdida. No te preocupes que los campesinos los encontrarán-Acepté callado, noté su preocupación por mi endeble constitución física.

Y realmente, aconteció así, pues habían llegado primero que nosotros a ese lugar y estaban descansando desde hacía rato, porque en la bifurcación tomaron la otra senda que iba por el lado del rió y era más cerca, lo que pasó fue que como era más peligroso los guías decidieron dar el rodeo por la loma y a ellos los encontraron unos campesinos que los llevaron hasta allí.

Salimos después de almuerzo, ya casi a media tarde, un poco más repuestos y por caminos donde eran más las bajadas que las subidas. Iban dejando brigadas en diferentes fincas. Cuando llegamos al cafetal de Orencio Santana, donde nos ubicaron ya con nosotros sólo iba otra brigada más de  Camagüey que siguió para la finca siguiente, a una casita que se veía en el pico de una loma cercana y que era  del hermano de Orencio.

Estaba ya oscureciendo. Era la noche del lunes 20 de julio habíamos salido de Falla el miércoles anterior por la tarde. Ni más ni menos que 6 días de travesía. Nos encontrábamos en el corazón del Segundo Frente Oriental que creara el Comandante Raúl Castro en la lucha insurreccional contra el ejército de la tiranía de Batista. Como días más tarde nos aseverara uno de los hijos del campesino Orencio Santana en una conversación, con el peculiar hablado de los orientales y refiriéndose exactamente al lugar en que se encontraba su finca:

-Eto fue territorio libre de Batita dede marzo del 58, aquí más nunca entró un guardia.

 

·         Recibimiento de Orencio Santana. Nuestra suite.

 

Lo primero que vimos después de una última subida, fue la casa del dueño del cafetal. Era de madera y techo de guano, con portal techado de zinc y contaba con cinco o seis habitaciones amplias. A un costado de la misma estaba el secadero, un rectángulo de cemento de unos 30 metros de longitud por 10 de ancho circundado de pequeños muros de contención de un pie de alto lleno de café puesto a secar, desparramado en toda el área del mismo y yaguas a los lados. Al fondo una pequeña casita de paredes de yagua y techo de guano con una sola puerta al centro, que sería nuestro albergue y era además el almacén del café recogido y ya seco. En el patio, frente a la puerta de la casa, formando parte de un sencillo protocolo de recibimiento se encontraba el dueño de la finca; por detrás  de él  sus hijos, dos varones y una niña; parada frente a la puerta se veía una mujer a todas luces su esposa. Nos detuvimos frente a ellos.

-Bien venidos muchachos. Yo soy Orencio Santana y estos son mis hijos, Alcibíades y José-se dirigió a nosotros aquel hombre, mestizo, de complexión fuerte, de unos cuarenta o cincuenta años.

-Mañana comenzamos a recoger café. Junto con mis muchachos. Ellos le van a explicar. Si llueve no se recoge. Tampoco los domingos. ¡Ah! Ese es el servicio-dijo apuntando para un destartalado excusado sin puertas ni techo-No quiero que ninguno se giñe en los cafetales ni en la arboleda, espero no tener problemas con ninguno, como tampoco lo he tenido con otros recogedores de otros años, incluso de La Habana.

-Y si alguien quiere comer algún guineo, o caña o naranja, me la piden.

-¡Los guineos a los que se refiere Orencio son los platanitos frutas…que aquí se llaman así! -nos susurró Chávez a los que estábamos cerca.

-Y ¿Cuál es la dirección de aquí para que nos lleguen cartas?-Alguien preguntó.

Respondió Alcibíades el hijo mayor de Orencio-Tienen que poner:

          

              Señor Orencio Santana

              Cuartón La Angostura

              Barrio Río Frío

              Arroyo Seco, Mayarí Arriba, Oriente.

             (Para fulano de Tal)

Si no no llega- explicó gentilmente Alcibíades.

Y concluyó el recibimiento, sólo nos quedaba entrar en la suite que nos habían destinado y armar nuestras flamantes hamacas, de saco de yute empatadas, cocidas por el centro en algunos casos, como la mía.

-Miren, les voy a explicar cómo las hamacas se convierten en catres o literas-dijo Chávez que tenía la experiencia de haber participado en otras recogidas.

-Cómo es eso Chávez-preguntamos todos agrupándonos a su alrededor que ya comenzaba a armar su hamaca.

-Corten dos palos del tamaño del ancho de la hamaca y lo meten por el hueco que va la soga. Se amarran por las puntas como se hace con las guías de un papalote y se amarra en los palos en que se va a armar y se estira y queda como una cama.

Lo hicimos así, yo al final tuve miedo de que al quedar tan tensa me pudiera caer y no le puse el palo en los pies, de manera que quedaba triangular y cerraba para ese lado.

La otra modalidad que imperó fue la de subir las hamacas por encima de las soleras de la casita a más de dos metros de altura del piso. No me atreví a tanto y la colgué por debajo de una de las soleras casi al frente de la puerta y en el medio de la casa a un metro de alto. Esto me iba a costar caro, porque quedé en el centro del fuego de chancletas, zapatos, y todo tipo de objetos que se armaría posteriormente por las noches.

·         Aparece Zapata.

 

Al siguiente día por la mañana apareció Zapata, el coordinador de los recogedores de café en la zona.

-Compañeros, ahora por la mañana necesito que vayan conmigo a la Tienda del Pueblo el jefe de la brigada y 3 ó 4 más de los más fuertes para traer los víveres que les corresponden para los 45 días. La vianda, fongos, yuca, etc.  se irá trayendo semanalmente.

Ya sabíamos que en el lenguaje oriental los fongos y tambures eran los plátanos. Se fueron con Zapata Filomeno, Bello, Jesús, Guizán, Chanito y Piñero. Yo estaba bien lejos de ser de los más fuertes, pero no tenía ningún interés en ir a ninguna parte luego de la terrible caminata del día antes.

Cerca del mediodía llegaron con las provisiones: arroz, frijoles, aceite, azúcar, harina de trigo, spaguetti, latas de carne rusa y de span chino que habían sido donados por estos países por el desastre del ciclón Flora (Lo decía por fuera la etiqueta), y más tarde yucas y plátanos.

En ese momento fue que se designaron los cocineros por autopropuesta: Ñaña de cocinero y Jesús de ayudante.

Ese primer almuerzo fue el pegote del año, pero lo comimos con apetito y hambre hasta el último bocado.

Pero una cosa dejó bien clara Zapata:

-Esta comida es para los 45 días, así que midan bien y cocinen lo que está establecido.- (Que no se sabe en qué momento explicó cuál era la norma), pero, bueno, nadie se preocupó por eso en ese momento.

 

·         Primera  recogida. Saludo de las santanicas.

 

Después de almorzar y descansar un rato, ya cerca de las tres  de la tarde cayó una ligera llovizna, al poco rato se nos acercó  Orencio con  los hijos:

-Bueno muchachos, José los va a llevar al cafetal y les va a explicar lo que tienen que hacer. Cojan el saco, el morral, el garabato, la canasta y el arique que él les va a dar a cada uno.

Así lo hicimos y comenzamos a caminar tras José que iba a caballo por un trillito que salía por detrás de nuestra casita, bajando una pendiente, suave primero y un poco más abrupta después, y como el camino estaba mojado, algo enfangado por partes hubo tramos que los bajamos de nalga a puro resbalón hasta llegar a una punta del cafetal.

-Miren, se amarran  este garabato a la cintura con el arique para que lo sujeten a la mata de café, para que no se resbalen, cuélguense el morral al hombro y cogen el gajo de café con una mano y con la otra comienzan a coger sólo el grano maduro y cuando el morral se llena lo echan al saco-nos explicó José, que acto seguido comenzó a recoger en un surco al lado nuestro.

La inclinación allí era de casi 45 grados, por lo que si no se sujetaba el garabato a la mata habría que aguantarse a la misma con una mano y entonces no se podía recoger café.

-No se olviden de meter el bajo del pantalón dentro de las medias-nos gritó Chávez-por que sino se les pueden meter las arañas peludas y los alacranes por la pata del pantalón.

Y lo comprobamos al instante, porque el suelo del cafetal estaba completamente tapizado por una seca  hojarasca e innumerables trozos de ramas de árbol podridas provenientes de los árboles que le daban sombra y de las mismas plantas de cafeto, que le servían de abono al cafetal y del interior de estas ramas, a veces gruesas y generalmente podridas, al pisarlas y aplastarlas salían corriendo grandísimas arañas peludas paradas en dos patas agresivamente, o grandes  alacranes, algunos negruzcos y rojizos otros.

En una ocasión cogimos un alacrán y una araña peluda y lo echamos al fondo de una canasta:

-En la esquina azul, la tarántula peluda; en la esquina roja el alacrán Escorpión Negro.

Todos se encimaron a ver el combate; casi todos esperaban la victoria del alacrán; quizá por el recuerdo de la lucha por la existencia entre el caballito del diablo y la araña peluda en que siempre triunfa el caballito; primeramente se huían uno al otro y no se enfrentaban, pero los sacudimos de forma que uno cayó encima del otro y la araña con las tenazas que tiene en su boca traspasó por el tórax al alacrán que quedó muerto instantáneamente.

Ni las arañas nos mordieron ni nos pincharon los alacranes, un enemigo mucho más pequeño, casi microscópico, del que nadie nos había hablado fue el que nos puso a gozar: las santanicas; pequeñas hormiguitas rojas que caen por chorros desde las ramas de las matas de café al balancearlas y pican en el cuello y brazos ocasionando un ardor mucho más fuerte y perenne que el de las hormigas bravas, enrojeciendo toda la piel del área cercana, y que nos acompañarían por el resto de la contienda.

Casi al caer la tarde José nos llamó para salir del cafetal y regresar al secadero. Yo había recogido como medio saco de café.

-Cada recogedor tiene que subir y llevar al secadero el café que recoja, eso es ley aquí-dijo José, un poco, por chivar al ver el trabajo que estábamos pasando en subir aquella lomita enfangada por la que habíamos bajado resbalando.

Jesús el de Pina intentó subir y se resbaló quedando tendido de cabeza hacia la bajada y el saco se le abrió y se botó una parte del café. Otro tanto nos pasaba a los demás que no lográbamos subir por aquel resbaliño en que se había tornado el trillo.

-Ja, ja, ja-se reía alegremente José desde el caballo.

-Bueno, por ser el primer día se los voy a llevar en el caballo, pero no se acostumbren-dijo José dirigiéndose alegremente a nosotros como si nos hubiéramos conocido desde siempre.

Llegamos al secadero y a cada uno le midieron por latas lo que había recogido y se anotó. Los muchachos lo vertieron sobre el recalentado cemento y como estaba al caer la tarde Orencio utilizó su servicio de meteorología para determinar si regaba el café por todo el secadero o lo tapaba amontonado hacia el centro con las yaguas.

 

·         El Instituto de Meteorología de Orencio.

 

Como habíamos dicho, en el pico de la loma siguiente estaba la casa y el secadero del hermano de Orencio, los separaba una cañada, por línea recta deberían haber cerca de cien metros. Pues bien, Orencio se paraba sobre el borde del secadero y haciendo  vocina con ambas manos y apuntando hacia la casa del hermano lanzaba un estentóreo llamado…

-¡Vayoooooiiii!, ¡Vayooooooii!. ¿Va a llover hoy?

Desde aquí podíamos ver como el Esteban el hermano de Orencio, que ya se encontraba también sobre su secadero, oteaba el horizonte circundante mirando para las nubes en todas direcciones y si contestaba…

-¡Siiiiii!

Rápidamente Orencio y los hijos con una especie de haraganes gigantes comenzaban a arrimar el café desparramado por el secadero hacia el centro del mismo y formando una pila cónica lo tapaban alrededor con yaguas.

Si la respuesta de Esteban  era…

-¡Nooooo!

Pues Orencio y los muchachos regaban por toda el área del secadero el nuevo café recogido y lo dejaban destapado.

No tenemos las estadísticas que confirmen hasta dónde fue efectivo el pronóstico del hermano acerca de la lluvia, pero siguió siendo siempre la forma de decidir si se tomaban medidas de protección o no por parte de los hermanos Santana.

 

·         El baño, el manantial y las crecidas de las cañadas.

 

Después  de las informaciones preliminares de Orencio nos llegaron las complementarias acerca del baño y  el agua para tomar.  Siguiendo por la parte trasera izquierda de nuestra casita, bajaba un trillito que conducía a la casa de Esteban el hermano de Orencio, a mitad del camino donde terminaba la pendiente y una cañada separaba las dos laderas corría un estrecho y limpio arroyito que nacía allí mismo al  borde del camino de un ojo de agua; era el manantial de donde nos surtíamos del agua para tomar y también para bañarnos. Era un pequeño pocito de apenas 2 pies de ancho, que yo imaginaba muy hondo y un día al meter la lata para extraer el agua, tropezó con el fondo, que por tanto sería también de un par de pies de profundidad.

De allí extraíamos el agua y al lado de las maniguas efectuábamos el baño. La cañada permanecía prácticamente seca, pues el arroyito sólo corría cuando se desbordaba el manantial.

Pero una tarde, después de un torrencial aguacero que duró varias horas, acompañado de grandes truenos, poco después de escampar cuando nos asomamos al camino para ir al manantial, vimos con asombro que el manantial y el arroyo habían desaparecido debajo de una enorme crecida que llevaba la cañada de varios metros de ancho que impedía el cruce para el otro lado; y por el frente de la casa la situación era similar, aquel aluvión de aguas coloradas que bajaban a engrosar el  rio Mayarí duró varias horas en desaparecer, y todo ese tiempo y quizá más por alguna otra parte estuvimos incomunicados. En esa época del año en que la lluvia es frecuente lo pudimos apreciar en múltiples ocasiones.

Otras veces íbamos a bañarnos a un arroyo más grande que estaba un poco más distante, atravesando varias fincas, porque allí sí nos podíamos meter y refrescar, y las aguas no eran tan frías como la del manantial.

 

 

·         ¡Sálvalo guajiro!

 

Cuando llegamos al lugar que nos sirvió de campamento los 45 días de la Campaña de la Recogida del Café dos cosas nos llamaron enseguida la atención: la primera que a unos metros detrás de la casita se encontraban tres grandes túmulos de tierra que resultaron ser, según nos explicaron los campesinos, las tumbas anónimas de tres víctimas, una mujer y dos hombres, que aparecieron allí ahogados arrastrados por la furia de las aguas al paso del Ciclón Flora el año anterior. Aquello nos sobrecogió un poco, pues el que más y el que menos  a esa edad siente su respeto por no decir miedo ante la presencia cercana de los muertos.

Y la segunda era el ensordecedor estruendo que se percibía en el ambiente, sin concretarse un rumbo fijo, era algo tan fuerte y constante que se asemejaba al ruido de las máquinas del central cuando en plena zafra y molienda íbamos al basculador para tomar guarapo.

-Qué cosa es eso José-le preguntamos al hijo de Orencio.

-Es el río Mayarí-contestó simplemente.

-¿Y cuándo vamos a ir?-preguntaron.

-Vamos el domingo si quieren, que ese día no se recoge café-contestó el muchacho.

El Río Mayarí está en la vertiente norte y es el más importante de cuantos afluyen a la bahía de Nipe. La cuenca hidrográfica del Río Mayarí con un área de 1 231 Km² se localiza entre las regiones Alturas de Mayarí y Montañas de Nipe-Cristal. La longitud del cauce principal es de 107 Km y su naciente se ubica en las alturas de Mayarí Arriba. Abarca las vertientes de la sub-regiones Sierra de Nipe y Sierra del Cristal .

Está formada por alrededor de 19 afluentes, de los cuales 14 corresponden al municipio Mayarí los que se mencionan  a continuación desde la desembocadura hasta tierra adentro: el río Ceiba, con otro afluente conocido por arroyo el Palo; río Guayabo, con su afluente arroyo.  En medio; arroyo Seboruco; arroyo Alcahuete; arroyo El Pino; río Frío con su afluente arroyo Bumba; río Seco con sus afluentes arroyo La Palma y arroyo Medio Falls, río Naranjo y finalmente el río Piloto.

En el área se distinguen bien diferenciadas rocas carbonatadas y terrígeno carbonatadas sobreyaciendo a las ultramafitas serpentinizadas del complejo intrusivo del Cretácico Superiror.

Y llegó el domingo. Y a continuación de José y Alcibiades que tomaron un trillo por el fondo de la finca nos encaminamos al río Mayarí para

Una vista del río Mayarí.

 

bañarnos en él. A medida que avanzábamos mayor era aquel ruido que resultaba ser molesto por lo fuerte, atronador e insistente.

Al poco rato comenzamos el descenso por una suave ladera y vimos ya, imponente, frente a nosotros, el cauce del río, que lo ceñía por la orilla opuesta un farallón de roca caliza, blanca como la leche, de casi un centenar de metros de altura y al estrecharse en un recodo que formaba una curva cerrada en ángulo recto producía aquel tronar ininterrumpido, abriéndose luego  en una poceta circular ancha y profunda donde parecía no moverse el agua; al otro lado se veía una enorme roca que se adentraba en el agua y más a la derecha el río volvía a estrecharse formando unos rápidos similares a los de los ríos canadienses donde se practican los peligrosísimos deportes  de kayak y remos, con picos de rocas salientes del agua y torcidos y caprichosos cauces hasta perderse de vista en una nueva curva ribeteadas por las elevaciones circundantes en ambas orillas.

Terminamos de bajar aquella pequeña explanada y llegamos a la orilla, que tal parecía una playa, por su poca profundidad, cubierta de pequeñas y redondeadas piedras negras pulidas por el perpetuo paso del agua.

-Vamos a nadar hasta aquella piedra-dijeron José y Alcibíades apuntando para la gigantesca roca de plana superficie que se veía al otro lado de aquella enorme poza que formaba allí el río.

-Nosotros nos quedamos aquí, en lo bajito-dijimos los más pequeños (Tony, Corojito, Calvito y Paredes).

Hacia la piedra nadó el resto. (Chanito, Chávez, Jesús, Bello, Guizán y los dos hijos del campesino).

Alcibiades y José dando una exhibición de sus dotes de buenos nadadores se dejaban arrastrar por la corriente del río y pasaban por aquellos rápidos que formaban el estrecho del final de la poceta sorteando las enormes piedras que surgían en medio de aquellos torrentes como si fueran peces.

 Nadie más se atrevió a incursionar por aquellas aterradoras corrientes.

Así pasó el tiempo y los que habían cruzado hasta la enorme piedra se decidieron a regresar. Primero cruzaron José y Alcibíades. Luego fueron pasando uno a uno los demás. El último en intentarlo fue Chávez. Pero cuando avanzó hasta la mitad, a unos cincuenta metros todavía de la orilla y en el mismo centro de aquella endemoniada corriente que de afuera apenas se percibía, dejó de avanzar y se mantenía nadando en el mismo lugar. Era el que menos sabía nadar de todos los que cruzaron y era evidente que se había cansado y no podía con la corriente. Al ver esto, Jesús le dijo a Alberto Ramírez:

- Chano, tu que eres el que mejor nada ve y ayuda a Chávez.

Raudo se lanzó Chanito y en unas brazadas estuvo junto a Chávez, que al verlo llegar se abrazó a él y ambos se sumergieron en el río.

Mudos de terror contemplábamos  desde la orilla lo que ya considerábamos el ahogamiento de los dos, cuando emergieron nuevamente a la superficie. Chanito logró soltarse de Chávez y emitió con todas las fuerza de sus pulmones un terrorífico grito de auxilio y pánico a la vez:-¡Sálvalo guajiro!-apelando a la ayuda de uno de los muchachos del campesino, pero olvidando incluso en ese momento su nombre que ya estábamos cansados de decirle.

Pero en ese momento Chávez se hundió de nuevo, en lo que consideramos podía ser definitivo, pero una vez más salió de nuevo a la superficie en el  momento y lugar exacto en que llegaba José hasta él que lo agarró fuertemente de un brazo y de un tirón lo acercó tanto a la orilla, que prácticamente ya daban pie y continuaron braceando hasta salir del agua.

-Las veces que me hundí, nunca tragué agua, aguanté la respiración-dijo Chávez. Y eso fue lo que lo salvó realmente, además del oportuno auxilio recibido.

Llegamos al cafetal de nuevo apenas sin hablar con el recuerdo vívido de haber presenciado lo que pudo haber sido el trágico final de uno de los muchachos más nobles y queridos de la brigada.

Al otro día Orencio  nos comunicó una triste noticia:

-Ayer se ahogó uno de ustedes en el río.-refiriéndose de esta manera que se trataba de un recogedor de café de otra brigada.

Luego nos comunicaron oficialmente que se trataba de un muchacho de una de las brigadas de Camagüey, y que su cadáver fue encontrado tres días después enredado en la orilla a varios kilómetros del lugar y que quedaba totalmente prohibido ir al rio so pena de ser expulsados automáticamente y bajados para el llano.

 

·         Medicina verde.

 

Fitoterapia. Conocida también como herbología médica, medicina verde o medicina natural, comprende el uso con fines medicinales de hierbas, plantas, árboles, y sus derivados. Muchas plantas sintetizan sustancias útiles para la preservación de la salud en humanos y animales; así como cada planta puede tener diferentes propiedades y aplicaciones curativas.

 En una de las primeras noches que pasamos en el campamento varios muchachos  nos sentimos indispuestos. Posiblemente se debía al inicio de la aclimatación en aquel paraje, tan alejados del hogar, tomando aguas del arroyo, comiendo frituras  medio crudas, arroz apegostado y comidas  en general mal confeccionadas por el inicio del aprendizaje de  Ñaña nuestro Chef de Cocina y su ayudante Jesús, además del frío y de la humedad de la noche. Lo cierto es que una mezcla de gripe y malestar estomacal nos embargaba a unos cuantos. Ante la queja casi unánime, que nos tenía alicaídos en la hamaca, sin formar la algarabía y chivadera de siempre, se despertó ese sentimiento de confraternidad y ayuda que tanto caracteriza a los cubanos:

-Vamos a hacerle un cocimiento a los enfermos-dijo Corojito, que parecía muy noble pero era tremendo jodedor. Y ya tenía imaginado los ingredientes del cocimiento que nos iban a hacer.

-Si, vamos a buscar las hojas, vamos Ñaña-lo secundó Chanito, que se llevó al vuelo la idea y que sí era de anjá a la hora de las bromas.

-No, si yo también estoy cojío- dijo Ñaña- Háganlo ustedes y me traen un poco.

Salieron y echaron en una olla cuanta hoja, y yerba se encontraron por los alrededores, de todo bejuco o mata que se les interpuso, con algunas hojas de naranja, que se suponía debía ser el componente principal.

Después de hervido, también fueron tan amables que se lo trajeron a cada uno a su hamaca y se lo sirvieron en sus jarros.

Yo me lo hubiera tomado completo, no sospechaba que hubiera trampa en su confección, pero al llevármelo a la boca, tropecé con un spaghetti, y recordé que en el último suministro de víveres que se trajo se mezcló, por rotura del cartucho, la sal con los spaguettis y entonces pensé.-estos cabrones le echaron sal al cocimiento y no me lo seguí tomando. Fue un fallo de ellos, creo que idea de Corojito de arrojarle el puñado de sal al cocimiento después de hecho, y quizá fue lo que nos salvó de hasta haber sido intoxicados.

Al pobre Ñaña que era el que más enfermo se sentía le llevaron su consabido jarro, llenito hasta el borde; que inmediatamente comenzó a tomar.

-¡Ño! ¡Qué mierda es esto, cojones!-dijo Ñaña tragando y escupiendo el primer buche que se echó a la boca, seguido inmediatamente de un vómito que fue a parar encima de la hamaca de Bello, que  inmediatamente protestó airadamente.

-¡Coño, tu eres comemierda me has vomitado arriba, no tenías otro lugar…,

-Váyanse al carajo, hijos de puta-Voceó desde otro lugar Jesús y al mismo tiempo trató de tirarles encima el contenido del jarro.

Mientras, los improvisados farmacéuticos se desternillaban de la risa y todos votaban el jarro del hirviente menjunje.

 

 

 

·         Entretenimiento nocturno. Advertencia de Orencio.

 

Cuando llegaba la hora de acostarnos, después que habíamos conversado de todo un poco, de las cartas recibidas, de la noticia de la muerte de Pancho que emborrachaba al caballo junto con él y fue arrollado por una camioneta en Barrio Nuevo, de tararear algunas canciones y de borrar un poco la nostalgia de la distancia del terruño. A veces nos deleitábamos durante horas oyendo a Jesús y a Guizán hablar de temas de literatura, de Historia Universal, de Física o de cualquier ciencia con un dominio perfecto del tema que iba más allá del conocimiento que se alcanza por las notas elementales que se obtienen en las clases, denotando conocimientos adquiridos en libros de textos o complementarios tras dedicarles  muchas horas de estudio dada su aplicación como excelentes estudiantes que eran. Y ya todos sobre sus hamacas venía la hora de apagar la chismosa… y de comenzar el fuego, en la oscuridad,  de todo tipo de objetos impensados, en las dos direcciones de la casita. Desde la izquierda y por la parte alta, por encima de las soleras: Bello, Chanito, Jesús, Guizán, Ñaña, Tony, Melchorcito lanzaban botas, tenis, zapatos, latas, lo que encontraran…en dirección contraria el bando de la derecha: Eddy, Piñero, Corojito, Paredes, Calvito respondían con todo lo que le caía a mano.

Tácitamente se habían formado dos ejércitos, debido seguramente a la afinidad y origen de los contendientes: a la izquierda estaba el grupo de los que tuvieron un origen y formación en el pueblo e incluso provenientes de la misma escuela primaria. A la derecha estaba el grupo de procedencia campesina o rural.

Si existía una  nomenclatura militar en ese ejército, Jesús, Guizán y Bello eran los comandantes, Chanito el capitán y el resto sus tenientes y oficiales. Nosotros los de la derecha éramos soldados del ejército sitiado. Puesto que la hamaca de Paredes quedaba en el mismo centro, en cuanto comenzaba el fuego se tiraba al suelo, se escondía tras un horcón y desde allí lanzaba canastas, tierra lo que pudiera agarrar.

Dentro de aquella barahúnda Paredes podía oír como Tony decía-Tírenle al cepillo- en alusión a el mismo que estaba pelado bajito y el cabello parecía un erizo adelantándose por varios años a la moda punk sin proponérselo. Pensaba que quizá Tony le guardaba la deuda de la botella de malta rota en el tren. En una ocasión, luego de restablecida la calma y se concertaba la tregua para dormir, al subir Paredes a su hamaca se encontró entre otros proyectiles un freno de caballo, que es de hierro, un pedazo de palo, un jarro  y otros objetos más. Cualquiera de ellos hubiera podido producirle una herida en el rosto o en la cabeza.

Pero el clímax de los combates de lanzamientos nocturnos ocurrió la primera noche de la incorporación de cinco muchachos que provenían de otra brigada que habían desintegrado porque escenificaron un conato de   bronca a cuchillos, y Zapata le informó a Filomeno que iban a distribuirlos de cinco en cinco por varias brigadas.

Yo recuerdo que yo había llevado un cuchillo, que me prestó mi tío Horacio, por consejo de Chávez, el veterano de otras recogidas, que días antes de partir me dijo:

-No dejes de llevar cuchillo que allá hace falta para muchas cosas, entre otras si surge una bronca.

El día después de la desintegración de esa brigada mandaron a recoger todos los cuchillos personales a los recogedores y se guardaron en casa del campesino hasta el día de la partida.

Los cinco que se nos incorporaron armaron sus hamacas en la parte de la cocina, en comunicación con nuestra casita por una puerta que pasaba de lado a lado por el centro de ambas.

Cuando apagamos la luz comenzó el choteo de los duros de nuestra brigada, que era mayoría, contra los cinco forasteros en forma de chanzas, fingiendo la voz, o sea aflautando o afinando la voz y en son de burla:

-Puticas de la cocina, vengan a rascarnos los cojones…decía una voz

-Méteselos a tu madre-ripostaban de la misma forma.

Pero, como fue subiendo el tono y los chistes fueron cada más groseros y provocadores, uno de ellos, el guapo que existe en cada clan, se levantó y entró a nuestro cuarto con una chismosa encendida en una mano y comenzó a lanzar una arenga entre pacífica y bélica.

El silencio de todos nosotros era denso, pero tenso, se preveía un final que no podía terminar en la tolerancia de admitir o aceptar aquella charla, proveniente de un extraño, que de cierta manera era ofensiva e inaceptable para los guapos. El orador terminó y se volvió, dio la espalda para encaminarse tranquilamente a su hamaca de la cocina y dormir en paz…, pero no había dado un paso cuando un certero zapatazo se estrelló en  el centro  de su espalda, rápidamente se viró y lanzando la chismosa como si fuera un coctel molotov, gritó…

-¡El coño de la madre de todos ustedes!

-La tuya maricón-ripostaron.

Y la que se armó fue gorda, para la cocina se disparó desde turrones hasta sacos de café que había apilados a un costado interior de la casita.

Ellos respondían con palos quemados del fogón.

El estruendo al chocar los proyectiles contra las yaguas se oía en Japón.

Cuando mayor era la bulla y a punto ya de comenzar el combate frontal se oyó la tronante voz de Orencio Santana parado en la puerta.

-¡¿Qué es lo que pasa aquí?!-dijo encolerizado.

Instantáneamente se hizo un silencio total.

-¿Dónde está el jefe de la Brigada?-Volvió a preguntar Orencio.

-Aquí-Dijo Filomeno, medio apenado, saliendo del fondo de la casita con una chismosa encendida.

-A partir de mañana, no quiero aquí a más ninguno de estos que llegaron hoy, se lo dice a Zapata, ustedes han trabajado muy bien para que vengan otros a joder aquí.

Y con la misma se retiró.

-Si, Orencio, mañana mismo lo voy a ver.

Bueno, pues ese fue el final,  feliz para nosotros, puesto que la justicia de Orencio cayó sobre los forasteros y en ningún momento nos involucró, cuando realmente fuimos los que empezamos. Al otro día Filomeno se lo comunicó a Zapata y se los llevó para otro lugar esa misma mañana.

 

·         ¡Los ahorcaron a todos!

 

Una noche, Bello que era un consumado jugador de ajedrez se dirigió con Paredes, que jugaba bien, a echar unas partidas en la casa de Orencio, donde había mejor luz y más comodidad.

Tarde en la noche, pudieran ser pasadas las 11, es sabido que los campesinos no se acuestan muy tarde, terminaron sus juegos, con ventaja absoluta de Bello y se dirigieron al dormitorio. Una luna brillante y reluciente alumbraba el camino por el lado del secadero. Ya todos dormían, el silencio era total. Paredes que iba delante, levantó la cortina de saco de yute que protegía la puerta de entrada, pero sin haber traspasado a la estancia, vio en la semipenumbra varios pies colgando flácidamente como si los dueños de los mismos estuvieran ahorcados. Rápidamente retrocedió y alertó a Bello que venía tras él.

-¡Bello! Aquí ha pasado algo raro, las hamacas están vacías y todos están ahorcados!

Hasta el año anterior bandas de alzados contrarrevolucionarios se dedicaron a asesinar campesinos, brigadistas y revolucionarios en el Escambray, y aunque no se conocía ya de la existencia de ninguna y mucho menos en Oriente no  podían explicarse qué podía haber sucedido.

-¡Vamos a avisarle a Orencio!-Dijo Bello, sin verificar el hallazgo que le comunicó Paredes. Y se encaminaron a llamar al campesino, que empezaba a acostarse.

-¡Orencio!, ¡Orencio!-llamó Bello con voz potente que denotaba cierto apresuramiento.

-¡Diga!-contestó el dueño de la finca.

-¡Necesitamos que venga rápido con nosotros y traiga un farol, que no vemos a los muchachos en la casa!

Cuando llegaron a la casita y alumbraron el recinto, todos estaban durmiendo plácidamente en sus hamacas o al menos simulaban hacerlo, luego de la broma macabra que habían tramado y ejecutado todos momentos antes, dejándose colgar por los brazos simulando que estaban ahorcados…

 

·         Por poco Corojito se va del aire.

 

A los pocos días de estar instalados en nuestro campamento nos visitó Justo Martín Ríos de la Dirección provincial de la UJC en nuestra provincia de origen, que estaba realizando un recorrido para inspeccionar el comportamiento y desarrollo de la contienda, así como las condiciones de vida de los brigadistas.

Llegó después de almuerzo, cuando ya nos disponíamos a salir para el cafetal. Después de un ligero intercambio con la dirección de la brigada nos dijo que iba a ir con nosotros al campo. Emprendíamos la marcha cuando el se percató que desde el albergue habían salido discutiendo dos compañeros con tremenda algarabía, ignorando totalmente la presencia de Justo, uno que increpaba fuertemente a Corojito, que se defendía burlonamente de lo que lo acusaba el otro.

Cuando Justo oyó de lo que se trataba llamó aparte a Filomeno y le planteó que si eso era cierto había que expulsar a Corojito de la brigada, no se si fue el término que empleó, pero era el equivalente de que tenía que irse.

Filomeno lo convenció como pudo, argumentando que no era exactamente así, que eran jaranas entre compañeros y Justo más vencido que convencido no insistió y dejó la cosa así. Unos días más tarde Corojito y Humberto Calvo salían del campamento rumbo a sus casas por habérseles comunicado que presentaban problemas docentes y tenían que presentarse a un extraordinario ya que habían desaprobado una asignatura de la cual no conocían el resultado cuando salieron.

 

·         Segunda visita de Zapata.

 

Habían pasado quince días de nuestra estancia en el cafetal. La meta establecida era recoger dos latas diarias que se apuntaban en una cartillita que tenía cada recogedor. Ya se destacaban por ese cumplimiento entre otros Guizán y Paredes, aunque la mayoría rondaba esa cifra y la igualaba o superaba algunas veces. Seguíamos recogiendo café de la primera recogida, o sea cuando sólo se quita el maduro, y en un gajito o rama , que puede tener cientos de granitos apiñados uno al lado del otro a todo lo largo, separados por hojas, alternas, a veces sólo hay dos o tres rojos y el resto verde. Ya para la segunda pasada, hay más granos maduros por ramas, aunque se sigue cogiendo sólo el maduro y el pintón. En la tercera recogida, la última que se le hace al cafetal se quitan todos los granos, maduros y verdes, comienza el ordeño, que es ir halando todos los granos desde el comienzo de la rama hasta la punta, sin arrancarle las hojas, cosa que no siempre se logra y que por tanto no gustan los dueños del cafetal que se realice porque se seca la rama; y entonces es más práctico tener una canasta amarrada a la cintura, para que los granos no caigan al suelo. Ya en esa etapa recogíamos hasta cinco o seis latas por día.

-Guizán es el que más ha recogido, es el de mejor promedio-dijo Jesús un día al borde del secadero provocando a Paredes, que estaba cerca y se creía o se sabía el de mayor acumulado.

-Eso no es verdad, yo promedio más que Guizán-respondió airadamente Paredes que mordió tontamente el anzuelo.

-Parrrrreeeedes, no seas tan rrrecalcitrante-dijo Chanito con fuerte voz  arrastrando intencionalmente las rr y caminado hacia Paredes con los ojos y la boca dilatados.

Y de fondo las carcajadas de los demás.

En general la Brigada estaba trabajando bien y no había ningún problema de indisciplina, pero…sucedió lo que nos había advertido Zapata, que no podía ocurrir…se nos acabó la comida, o sea nos comimos en quince días lo establecido para 45, y vino Zapata a hablar con la Brigada.

-Bueno muchachos, Filomeno me informó que se les acabó la comida,-Inició Zapata su discurso-

-Realmente, no hay más asignación-prosiguió- y tendrían que inventar o irse para sus casas, pero como esta es una brigada que ha trabajado muy bien, yo diría que la que mejor ha trabajado y que Orencio está contento con ustedes, por su disciplina  y demás, les vamos a dar provisiones para los 30 días que les faltan…

Lo cierto fue que a los quince días siguientes nos volvimos a comer lo que nos habían dado para 30 y entonces si se apretó el zapato, Zapata no vino más, nos mandaron de nuevo mercancías, pero esta vez arreció  el plátano burro, la yuca y otras viandas como menú principal hasta el día en que nos fuimos.

 

·         ¡Cataplúm!,…, pa´l suelo…!

Más o menos esa fue la onomatopeya del ruido del culazo que se dio Piñero al acostarse en su hamaca esa noche, y caer inmediatamente junto con ella al suelo por haber sido picadas las sogas hasta una profundidad que no se notara, pero que no soportara el peso:

-¡Me cago en la ma-ma-dre del que fue!-Ripostó Piñero todavía en medio del polvo del piso.

La respuesta fue una sonora carcajada coreada por casi el resto de la brigada, ajenos a lo que también le esperaba a otros.

-¡No-no voy a dejar una so-soga sana, cojones!-Dijo Piñero y con la misma agarró una mocha que andaba cerca y cortó la primera que tenía a su lado.

Se desencadenó el pandemónium. Cerca de allí alguien más fue al piso. Eran varias las hamacas que tenían casi cortadas las sogas. La broma había sido masiva, Piñero fue la primera víctima en caer, pero no el último. Esa noche hasta tarde tuvimos que estar empatando sogas para poder acostarnos.

 

·         En boca cerrada, no entra sal

 

Después de almuerzo Jesús Morejón aprovechaba para echar una  siestecita acostándose con los pies colgando de la hamaca sin quitarse las botas. No demoraba mucho en quedarse dormido con la boca totalmente abierta.

Su hamaca era una de las que estaba a más baja altura del piso y casi al centro de la casa, por lo que era perfectamente visible por casi todos los demás ocupantes.

Morejón era callado y además su condición de agregado foráneo en la brigada lo distanciaba un poco del resto de los integrantes, aunque no se llevaba mal con nadie tampoco había extremado relaciones afectuosas con ninguno.

Pero aquello no fue

·         El derechazo de Piñero.

 

Estábamos sentados formando un círculo haciendo un alto en la recogida esperando que Ñaña nos mandara la merienda. Piñero, aprovechando una de las oquedades del terreno se encontraba casi de espaldas al resto del grupo con las piernas colgando sobre aquella especie de hoyón. Por esa razón comenzó a ser el blanco de piedrecitas u otros objetos tirados contra su espalda, costumbre inveterada en estas situaciones.

-Ca-ca-ballero, si cojo  a uno ti-ti-rándome me voy a cagar en su madre y-y me voy a fajar con él-Advirtió Piñero con su consabido gagueo mirando sobre su hombro izquierdo.

No había terminado de decirlo cuando recibió un fuerte terronazo, pero en ese momento se viraba y pudo ver, todavía estirado, el brazo de Melchorcito que había sido el autor. Automáticamente se paró, y ratificó lo que había declarado momentos antes. Melchorcito también se irguió casi frente a Piñero. No le dio tiempo a nadie de  impedir un enfrentamiento. O quizá no estaba en el ánimo de nadie impedirlo, para ver y gozar de la bronca. Por una parte Piñero, el guajiro de Las Cuevas, alto delgado, de unas 130 libras, pero fuerte y musculoso, quizá a expensas de faenas agrícolas en la finca de su padre, cumplía con el reto lanzado; frente a él, Melchorcito, de mediana estatura, gordo, de complexión fuerte, rondando las 170 libras; el más fornido de los integrantes, sin embargo, no era ni mucho menos el más jodedor, pero defendía el honor de los residentes en el poblado de Falla ante el reto de un guajiro y no podía quedar mal ante quienes lo juzgarían posteriormente de cobarde o gallina. Pero todo sucedió en un instante, un derechazo terrible de Piñero a la mandíbula de Melchorcito, antecediendo  por ocho años a Stevenson ante el norteamericano Dwane  Bobick  en la Olimpíada de Munich, lo derribó limpiamente y al caer rodó al hoyo cercano al que nos encontrábamos, dando una voltereta sobre su cuerpo y cayendo patas arriba sobre las piedras del fondo a unos tres o cuatro metros, quedando semiinconsciente.

-¡Corran a recogerlo….!gritaron

En un segundo bajaron al hueco Bello, Jesús, Guizán y Chanito y ayudaron a Melchorcito a incorporarse, y subir la cuesta medio aturdido y sangrante por varias partes del rostro a consecuencia del roce de las piedras.

Ahí mismo concluyó el combate por contundente nocao , con sólo un golpe, del guajiro Piñero sobre el poblano Melchorcito.

Pero la cosa no se acabó ahí. Lo mejor o peor comenzó esa noche, cuando todo adolorido por los golpes de la caída, Melchorcito  desde su hamaca-litera comunicó que estaba volado en fiebre.

-Hay que llevarlo al médico…-fue el veredicto unánime.

-Puede que la fiebre se deba a alguna fractura o se haya dañado algún órgano al caer, aquí no lo podemos dejar.

-Llamen a Orencio para que nos preste un caballo-orientó Filomeno.

Vino Alcibiades.

-¡Caballo! Ustedes están locos, el médico más cerca está en Arroyo Seco y las lomas que hay de aquí hasta allá no se pueden bajar a caballo y menos con un hombre desmadejado, hay que construir una parihuela-explicó Alcibíades.

-Bueno, pues cojan una hamaca y amarren un palo que pase por las dos puntas-dijo Filomeno.

De noche todavía, cerca del amanecer salió la comitiva transportando a Melchorcito en la improvisada parihuela, conducida por turnos por los más fuertes, Chanito, Bello, Jesús, Eddy, Filomeno. Les esperaba un largo y tortuoso camino conduciendo al más pesado de todos los integrantes de la brigada. 

Después de varias horas llegaron casi más maltrechos que el herido que condujeron.

Al poco rato me acerqué a Piñero y le dije, con ánimo de preocuparlo:

-Piñero, y si Melchorcito se muere, tu imaginas lo qué te va a pasar?

-Yo-yo no tuve la culpa…-tartamudeó Piñero visiblemente preocupado.

-Que no tuviste la culpa y le diste un piñazo que por poco lo matas-riposté.

-Si, si-pero, el se cayó en el hueco, y- y- y- eso yo no –no-lo sabía que iba a pasar.

-Bueno, ojalá no le pase nada-concluí.

Por la tarde se anunció el regreso de la comitiva de los camilleros desde la distancia por las risas y gritería que traían.

-Caballeros, cuando regrese Melchorcito hay que joderlo bastante, lo dejaron ingresado y el enfermero que lo atiende es maricón y se enamoró de él-esa fue la primera noticia que se recibió aun antes de entrar a nuestra casa.

-No tiene nada de gravedad, sólo los golpes y dolor, le pusieron tratamiento de antibióticos y descanso-explicaron.

-Pero el enfermero se enamoró de él y hay que joderlo cuando regrese, porque cuando él se dio cuenta que el tipo era pájaro no se  quería quedar.

A los dos o tres días regresó Melchorcito por sus propios pies sin consecuencias de ningún tipo y según explicó a la partida de jodedores que lo esperaban sin haber sido violado por el enfermero.

 

 

·         Bello vuelve a derrotar  a Paredes.

 

Ya se había apagado la tensión y la chivadera acerca de la bronca de Melchorcito y Piñero cuando surgió otra no tan violenta y sensacional, pero no menos célebre y de mofa para la mayoría: la de Bello y Paredes.

Bello era entre nosotros uno de los más corpulentos o gruesos, después de Melchorcito, quizá cercano a las 170 libras. De ojos achinados, cejas espesas oblicuamente caídas sobre los ojos, frente estrecha, ceño fruncido y cara mofletuda de aspecto canino, como un bóxer, se acercaba al prototipo de Lombroso, pero nadie mejor servía para  la refutación de esa teoría  siendo como era una persona amistosa, tranquilo, sosegado, de poco hablar, o al menos con todas las personas.

Paredes, era uno de los más nuevos, catorce años y el más flaco de todos los integrantes, posiblemente por debajo de las cien libras, por lo que Jesús y Guizán se mofaban de él diciéndole Feoredes en vez de Paredes y que tenía, de tan flaco, una sola cuerda en el cuello en vez de dos como todo el mundo.

Bello, Jesús, Guizán y Eddy se encontraban sentados en el suelo conversando al lado de la puerta de la casita albergue sobre temas del bachillerato que ya estaban cursando;  por detrás Corojito les lanzó varias veces algunas piedrecitas.

-Dejen la comedura de mierda ya, cojones-se viró Bello molesto por que los interrumpieran.

En ese momento Paredes lanzó un puñadito de cáscaras maduras de café que le cayeron a Bello en la cabeza.

Paredes no se caracterizaba por ser de los jodedores de la brigada, era más bien tranquilo, Bello tampoco se caracterizaba por ser agresivo ni mucho menos.

Sin embargo, como un resorte, con el ceño fruncido, y con una furia que no justificaba para nada la afrenta recibida, Bello recogió un puñado de fango del suelo y se lo restregó enérgicamente por la cara a Paredes.

Las carcajadas de los presentes estallaron:

-corran, miren lo que le hizo Bello  a Paredes.

Paredes,  enfurecido cogió lo que pensó era una piedra y se la partió en la testa a Bello, pero con tan mala suerte para él y buena para su rival, que había cogido un terrón que se desmoronó sin la menor consecuencia en la cabeza de Bello, que sin perder tiempo, mayor en edad y mucho más corpulento, se abalanzó sobre Paredes y asiéndolo por el cuello con la mano izquierda amenazó con golpear su rostro levantando la derecha, que dejó en suspenso profiriendo varias amenazas.

-No te doy cuatro piñazos porque te voy a descojonar todo-flaco enclenque e´mierda-le vociferó Bello al tiempo que lo soltaba empujándolo ligeramente.

Paredes, medio cegado por el fango e impotente ante aquella agresión que no esperaba y que lo superaba, sólo atinó a soltarse e ir a lavarse la cara al arroyo que tenía el manantial, donde nos bañábamos diariamente por las tardes y sintiendo, con furia homicida,  la falta del cuchillo que le habían recogido y estaba guardado en la casa de Orencio hasta el día del regreso.

Todavía, después de muchos años, no encuentro realmente la justificación para esa  violencia incontenible que Bello desató sobre Paredes. Si en el caso de Piñero triunfó la destreza contra un rival más corpulento en este caso fue Goliath el que destrozó a David, pues Bello casi doblaba en peso corporal a Paredes.

 

·         Los platanomizados.

 

Al jefe de la brigada de Camagüey que estaba en la finca-cafetal de Esteban le decían Fanguito, por una serie de verruguitas carmelitas que tenía en el cuello. Era un muchacho delgadito, tratable y cariñoso que se detenía a conversar con nosotros de paso a su campamento en la otra loma.  Un día fue víctima de una broma pesada por parte de los integrantes de la vanguardia de la guasa. Ya iba a continuar su camino cuando se oyó la macabra sentencia:

-¡Vamos a meterle un plátano por el c… a Fanguito.

Él,  de inicio no lo creyó, hasta que se vio fuertemente inmovilizado de pies y manos por dos o tres de la tropa y levantado horizontal a cierta altura; entonces comenzó a forcejear para impedir que le bajaran los pantalones, lo cual no pudo evitar. Aunque la idea en si era sólo asustarlo, no realmente llevar a cabo lo que le habían prometido, al verse indefenso y ver que uno de los profanadores se le acercaba plátano burro en mano, lloraba,  pateaba y denostaba contra todo el mundo:

-¡Pelen el plátano!-ordenaron.

-¡La madre de todos ustedes, maricones!-gemía Fanguito retorciéndose entre los brazos de sus captores, sin poder zafarse.

-¡Pásaselo, pásaselo!-gritaban.

Cuando ya pensó que se iba a ejecutar la sentencia, dijeron:

 -¡Suéltenlo, lo vamos a perdonar…!

Y Fanguito fue bajado, medio sollozando todavía por la furia contenida, se ajustó el cinto a los pantalones y se fue rezongando para su brigada. Ese día nos borró para siempre de su amistad.

Un tiempo más tarde no debían de haber pasado muchos días del susto de Fanguito, cuando uno de los propios integrantes de nuestra brigada corrió igual suerte con el plátano burro pelado…

Después del susto sólo atinaba a decir entre temeroso y molesto, casi entre sollozos:

-¡Y yo creía que eran mis amigos, cojones…!

 

·         Los Diplomas.

 

Los últimos días los pasamos trabajando a veces en otras fincas, en otros cuartones, como se llama allá, porque se estaba cayendo el café maduro y ya en la de nosotros sólo faltaba la recogida final.

Un día fuimos al cuartón Naranjo, caminamos más de una hora por lo que había sido el cauce de un rio, el río Naranjo, que el derrumbe de una montaña, producto del ciclón Flora le hizo cambiar el curso, daban ganas de llevarse las piedras del fondo, lisas, de diferentes colores, predominantemente negro, pulidas por el paso de las aguas sobre ellas quizá durante miles de años hasta que ocurrió la avalancha.

Llegamos a Naranjo Agrio, un caserío que contaba la triste historia  de que todos sus anteriores habitantes se habían ahogado durante las crecidas producidas por las intensas y sostenidas lluvias del ciclón.

Todos sus habitantes: hombres, mujeres y niños se habían subido en la azotea de la escuela primaria, única de mampostería y techo de placa y la construcción más fuerte del lugar, pero las aguas subieron tanto que también arrancó la escuela y todos desaparecieron y se ahogaron.

El huracán Flora fue la segunda mayor catástrofe registrada en Cuba. Se movió por toda la región oriental de la Isla del 4 al 8 de octubre de 1963; hizo un lazo sobre las actuales provincias de Las Tunas, Granma, Holguín y Camagüey. Las torrenciales lluvias asociadas a él causaron inundaciones nunca antes vistas y provocaron la muerte de aproximadamente dos mil personas y graves daños materiales.

Y llegó el día final. Aunque no todos habían recogido las 90 latas de café que era la cifra que daba el promedio establecido como meta, se consideró que no pudo ser posible debido a varios días en que no se trabajó por lluvia y otros en que el rendimiento del café no era alto y por tanto a todos se les confirió el diploma y el distintivo metálico de forma oval, del tamaño de un centavo que se prendía con un alfiler que tenía incrustado y presentaba una canasta llena de rojos granos de café y hojas verdes encima. Nos dieron además dos libras de café en grano a cada uno, autorizado por Zapata, para contribuir en algo a la cuota, que había sido disminuida como consecuencia de las pérdidas ocasionadas por el Flora. Disminución que nunca más se repuso.

Y llegó la despedida con la familia de Orencio y las promesas nunca cumplidas de que los muchachos nos visitaran en Falla.

-Todavía en La Habana nos están esperando-nos decía Alcibíades.

-Pero a Falla si tienen que ir, que es más cerca-les ripostaban Chanito, Jesús y Filomeno.

Y entre abrazos y adioses comenzamos la bajada hacia Arroyo Seco.

……..

Cuando habíamos caminado casi un kilómetro-ya ahora si éramos buenos caminadores en las lomas, comenzaron las bromas y con alguien había que cogerla.-

-Bueno Melchorcito  en Arroyo Seco te está esperando la noviecita ¿No te vas a pasar unos días por allá antes de irte?-en abierta alusión al enfermero que lo atendió.

Y la risa y los desplantes de los demás nos acompañaron hasta que llegamos al caserío donde estaban los flamboyanes y allí nos ordenaron hacer un alto.

 

·         Competencia de cocineros.

 

Llegamos a la misma meseta, donde estaba el caserío en que habíamos almorzado el día que llegamos. Allí se concentraron todas las brigadas. Cuando ya estaban todas, a media mañana, se dirigieron a nosotros los dirigentes de la recogida, entre ellos Zapata y nos dijeron:

-El almuerzo se va a efectuar aquí, pero hay una novedad. Cada brigada va a confeccionar el congrí y se hará una competencia de cocina y se premiará al mejor almuerzo. Cada brigada comerá el que hagan sus cocineros. Pueden seleccionar sus cocineros para la competencia. El plato fuerte es cerdo asado que ya se está haciendo.

-Ya yo cociné todo lo que iba a cocinar-dijo Ñaña-así que seleccionen a otro.

-Yo-o-o me brindo- dijo Piñero.

Bueno, no recuerdo si hubo otro ayudante, pero se aceptó que fuera Piñero, nos daba igual que fuera Filomeno o que fuera Jesús.

Lo cierto fue que quedamos en último lugar, Piñero se tiró un congrí apelotonado y apegostado y medio crudo que no había manera de entrarle. El fue el que más comió y le costó un empacho y una diarrea con tremendos cólicos que le duró el resto del viaje.

Llegamos a Arroyo Seco y nos transportaron en camiones hasta Mayarí. De allí en ómnibus a Camagüey. Luego del recibimiento en la Ciudad de los Tinajones, seguimos para Morón.

 

·         Regreso a pie.

 

Llegamos a Morón pasada la medianoche. Fuimos al Comité Municipal de la UJC. No se si nos esperaban o si hubo una mala coordinación. Lo real es que no había en qué llevarnos para Falla y el compañero que estaba de guardia no sabía nada. Comenzó a llamar por teléfono. No aparecía nadie. El tiempo pasaba. Los muchachos comenzaron a desesperarse. Todo indicaba que habría que amanecer allí.

-¡Esto es una irresponsabilidad de ustedes!-les dijo Chanito.

Y con la misma agregó:

-¡Me voy a pie, el que quiera que me siga o que duerma aquí en la acera!-Comenzando a andar hacia la salida de Morón rumbo a Falla.

-¡Oiga, no se vayan a pie, vamos a ver que aparece!-Nos decía el compañero.

Pero ya todos iban echando con sus bultos a cuesta.

Creo que llegando al entronque de Peonía, después de haber recorrido unos 4 kilómetros nos alcanzaron con un yipi en el que nos metimos todos.

 

 

 

 

 

Epílogo:

 

Integrantes y destino:

 

1.- Pedro Filomeno Leiva Rodríguez. “Filo”: Jefe de Brigada. Nació el 15 de noviembre de 1946. Graduado de profesor de Geografía, fue Metodólogo Provincial del MINED en Ciego de Ávila. Jubilado, vive actualmente en Ciego de Ávila. Es el Presidente de los Falleros Ausentes de la ciudad.

2. -Jorge Evelio Paredes Esponda. Miembro Dirección de la Brigada. Nació el 3 de Noviembre de 1949. Graduado de Profesor de Matemática en la Universidad Central de Las Villas en 1972. MsC. En Desarrollo Regional. Cumplió misión civil en Huambo, Angola como profesor en 1979. Fue profesor de la Universidad de Camagüey. Vive actualmente en Ciego de Ávila. Trabaja en la Comercializadora Mayorista ITH como Director de Organización, Control y Calidad.

 

3. -Manuel Antonio Bello Capilla, Miembro Dirección de la Brigada, Veterinario. Trabaja en un restorán de Habaguanex. Vive en La Habana.

4.- Ángel Manuel Guizán Martínez: Nació el 1 de enero de 1947. Hizo el bachillerato en el Instituto Pre-Universitario Raul Cepero Bonilla, en la Víbora, La Habana. Se graduó de Doctor en Medicina en el Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón en 1972. Cumplió misión como médico en  Cabinda, Angola en 1976-77. Estuvo en Venezuela en el 2001 y en el 2010. Actualmente es Especialista en Medicina del Deporte en el Centro Provincial de Medicina Deportiva. CEPROMEDE.  Vive en Ciego de Ávila.

 

5.- Jesús Hernández Román, profesor de Física. Fue profesor de la Universidad de Camagüey Vive en La Habana.

6.- Eddy Camejo, Ingeniero Agrónomo. Doctor en Ciencias. Profesor Titular de la Universidad de Ciego de Ávila. Vive en Ciego de Ávila.

7.- Tony Rodríguez Rodríguez. Fue graduado de Relaciones Exteriores. Vive en Falla.

8.- Néstor Piñero Morales. Ingeniero Geólogo. Vive en La Habana.

9.- Melchor Menéndez,

10.- Humberto Calvo. Profesor de Física. Vive en Morón.

11.- José Chávez Verano. Profesor. Fue funcionario del MINED Nacional. Vive en La Habana.

12.- Alberto Ramírez (Chanito). Obrero. Vive en Falla.

13.- Eusebio Hernández Álvarez, “Corojito”: Nació el 14 de Agosto de 1948. Se graduó de Normador Corporativo en 1966. Trabajó en la cooperqativa Rigoberto Pérez Carbó en Chambas y luego  en el Ministerio de la Agricultura En 1968 fue enviado por la UJC comno cuadro de la Columna Juvenil del Centenario a Palo Seco, Guáimaro y hasta 1988 estuvo en el EJT. Se desmovilizó como capitán de la DAAFAR. Cumplió Misión Internacionlalista en 1984 en Matala, Angola. Es Técnico Medio en Contabilidad. Desde el 2002 trabaja como Funcionario de la Oficina de Atención a Combatientes en ciego de Ávial. Vive en Ciego de Ávila.

14.- Lázaro Márquez (Ñaña). Gastronómico. Alcohólico. Se suicidó en Morón.

15.- Jesús Morejón. Oriundo de Pina. No se sabe nada acerca de él.

 

Humberto Calvo y Corojito no concluyeron toda la etapa porque fueron llamados a regresar a Falla por problemas docentes para presentarse en un extraordinario.

El integrante número 15 se nos adicionó de Pina. No lo conocíamos ni supimos nada más de él posteriormente.

 

 

 

 

 

 

 

2 comentarios

Bermudez -

Estoy como Florito, muy triste pero muy contento, leyendo este recuento de cosas tan conocidas de mi niñez que tantos buenos recuerdos me traen. Siempre he pensado que Falla es como uno de los lugares de los cuentos de Mark Twain y sobre el cual se hubiera podido escribir un gran libro. iGracias por tan buenos recuerdos!

Retsy -

Ojalá sigan surgiendo estos testimonios para complacencia de los falleros ausentes, para hacernos recordar al pueblito querido,cómo era, a sus gentes, sus costumbres ... porque queda tan poco de él, está destruido, triste, desolado, servicios básicos como el policlínico, hospitalito (te tanta tradición allí), peluquería, escuelas, han desaparecido en los últimos años. POR FAVOR HACER MENCIÓN DEL AUTOR DEL RELATO, PORQUE NO APARECE EN NINGÚN LUGAR Y ANÓNIMO NO ES.