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La Historia Me Absolverá vs. El Nuevo Herald (I Parte)

 

Por Roberto del Valle Menéndez..

 Al acercarse  la celebración del aniversario 50 de la Revolución cubana, en El Nuevo Herald, el periódico digital  e impreso más leído en Miami,  se comenzó a publicar varios trabajos referentes a lo “bueno y lo malo” de una obra nacida para los humildes.

Politólogos, cubanólogos, académicos, periodistas y “arrepentidos” escribieron, y escriben aún, de los más diversos temas.  Los jóvenes no saben qué esperar,  La terrible catástrofe del pueblo cubano,  La familia: la  gran víctima del castrismo, Sangriento balance de cinco décadas de dictadura, Fin de la era de la Revolución, Los negros en Cuba: olvidados y distanciados del poder, etc, etc, etc…

 

Pero hay uno  que me llamó la atención: Una economía ineficaz y dependiente,  de Carmelo Mesa_Lago,  reconocido como profesor emèrito y especialista de seguridad social, y además, catedrático de la Universidad  de Pittsburg, quien en este artículo utiliza sus mismo argumentos que en Cuba después de Fidel, aparecido en septiembre de 2006 en la Revista Criterios de Argentina (www.revistacriterios.com.ar).

 

En conclusión, según sus argumentos, Cuba era nada más y nada menos que un edén hasta 1959.Cinco décadas de neocolonialismo, terminología que ya se utiliza poco, y que no se debe olvidar y menos si pensamos en Puerto Rico, donde no estuvieron ausentes intervenciones militares y diplomáticas por parte del gobierno de los Estados Unidos para hacer valer sus decisiones. Un período donde no hubo masacres de campesinos,  obreros, negros y  jóvenes, donde no había el “tiempo muerto” después de  las zafras azucareras, etc. Esto el señor  Mesa-Lago no lo tiene presente.

 

No reconoce, quizás ni lo sepa, que  el 26 de julio de 1953, un grupo de jóvenes cubanos, mal armados y dirigidos por el joven abogado Fidel Castro, sin experiencia militar,  asaltan el Cuartel Moncada, la principal fortaleza militar fuera de La Habana y el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. El fundamento ideológico, patriótico e utópico de esta valiente acción era que se estaba en el centenario del natalicio  el Héroe Nacional José Martì, y no merecía el olvido  de sus hijos.

 

El fracaso de la acción condujo al asesinato de no pocos de sus protagonistas.  Algunos de ellos fueron a juicio y en su alegato  de defensa, conocido  como La Historia me Absolverá, Fidel  Castro denunció públicamente “los crímenes horribles” que se habían cometido con los prisioneros y valientemente puntualiza que  “el régimen de Batista ha significado en todos los órdenes un retroceso de veinte años para Cuba”.  Acusa al gobierno   “de inconstitucional, factual, estatuario,  de ninguna legalidad y menos moralidad”.

 

Agrega en su defensa  que “la dictadura que oprime a la nación no es un poder constitucional, sino inconstitucional”, y  recomienda, incluso,  que la fortaleza de Columbia, centro  del poder  militar en la Isla, debía “convertirse en una escuela e instalar allí, en vez de soldados, diez mil niños huérfanos”.

 

Fidel se refiere al fundamento histórico de este asalto, pues se escoge a Santiago  de Cuba, no solo por la coincidencia de sus carnavales, sino  porque:  “Esta provincia que hoy tiene millón y medio de habitantes, es sin duda la más guerrera y patriótica de Cuba; fue ella la que mantuvo encendida la lucha por la independencia durante treinta años y le dio el mayor tributo de sangre, sacrificio y heroísmo. En Oriente se respira todavía el aire de la epopeya gloriosa y, al amanecer, cuando los gallos cantan como clarines que tocan diana llamando a los soldados y el sol se eleva radiante sobre las empinadas montañas, cada día parece que va a ser otra vez el de Yara o el de Baire”.

 

Pero al  profesor Carmelo Mesa_Lago, columnista  de El Nuevo Herald,  estos elementos de carácter histórico y de heroicidad de un pueblo le deben resultar ajenos, pero  en La Historia me Absolverà,  hay  un sustento social y económico que justificaba la acción contra  el régimen de Fulgencio Batista, también con actuales comentarios elogiosos en el periódico miamense.

 

Agregamos textualmente un largo párrafo de este documento que Mesa-Lago debiera tener presente en sus análisis  para comprender que si Cuba hubiera sido un edén como lo presenta,  más de 20 000 cubanos no hubieran muerto enfrentando a la tiranía de Fulgencio Batista y a sus sustentadores, el Gobierno de los Estados Unidos.

Se dice:

“Nosotros llamamos pueblo si de lucha se trata, a los seiscientos mil cubanos que están sin trabajo deseando ganarse el pan honradamente sin tener que emigrar de su patria en busca de sustento; a los quinientos mil obreros del campo que habitan en los bohíos miserables, que trabajan cuatro meses al año y pasan hambre el resto compartiendo con sus hijos la miseria, que no tienen una pulgada de tierra para sembrar y cuya existencia debiera mover más a compasión si no hubiera tantos corazones de piedra; a los cuatrocientos mil obreros industriales y braceros cuyos retiros, todos, están desfalcados, cuyas conquistas les están arrebatando, cuyas viviendas son las infernales habitaciones de las cuarterías, cuyos salarios pasan de las manos del patrón a las del garrotero, cuyo futuro es la rebaja y el despido, cuya vida es el trabajo perenne y cuyo descanso es la tumba; a los cien mil agricultores pequeños, que viven y mueren trabajando una tierra que no es suya, contemplándola siempre tristemente como Moisés a la tierra prometida, para morirse sin llegar a poseerla, que tienen que pagar por sus parcelas como siervos feudales una parte de sus productos, que no pueden amarla, ni mejorarla, ni embellecerla, planta un cedro o un naranjo porque ignoran el día que vendrá un alguacil con la guardia rural a decirles que tienen que irse; a los treinta mil maestros y profesores tan abnegados, sacrificados y necesarios al destino mejor de las futuras generaciones y que tan mal se les trata y se les paga; a los veinte mil pequeños comerciantes abrumados de deudas, arruinados por la crisis y rematados por una plaga de funcionarios filibusteros y venales; a los diez mil profesionales jóvenes: médicos, ingenieros, abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, etcétera, que salen de las aulas con sus títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en un callejón sin salida, cerradas todas las puertas, sordas al clamor y a la súplica.”

 

Todo indica que el fruto de las riquezas que hacían que Cuba estuviera en los primeros indicadores de desarrollo entre  sus similares de América Latina, como afirma el catedrático Carmelo Mesa_Lazo en su artículo   Una economía ineficaz y dependiente, no incluía  a ese pueblo, mayoritario, explotado, depauperado, esa “gran masa irredenta, a la que todos ofrecen  y a la que todos engañan y traicionan”, como sentenciara Fidel Castro en su Historia me Absolverá.

 

Estos elementos le faltaron a Carmelo Mesa-Lago.

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