Estudiantes chilenos aspiran a derechos de similares de cubanos

Cuando en 1961 el presidente John F. Kennedy promueve la alianza para el progreso, lo hace para contener el ejemplo en América Latina de la naciente Revolución cubana.

Con un presupuesto inicial de más de 20 millones de pesos,  tenía como objetivo mejoras en la educación, sanidad, vivienda y la formación de sistemas democráticos, con una prioridad en Chile para convertirla en vitrina de desarrollo y confort en contraposición con Cuba.

Esta alianza desapareció poco después del asesinato del Presidente Kennedy, y en Chile la democracia representativa tuvo un porrazo demoledor con el golpe fascista contra Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.

Ahora, con gobiernos democráticos representativos se hace frecuente que miles de estudiantes tomen las calles con demandas, recibiendo la represión policial al estilo de pinochet.

Para un segundo mandato, la ex presidenta Michelle Bachelet, aseguró que  de llegar de nuevo a la presidencia, promovería un proyecto que ponga fin al lucro en la educación, que sea  pública,  gratuita y de calidad.

La educación cubana no es perfecta, pero dio derecho al saber, sin excluidos, es reconocida por instituciones internacionales como la UNESCO, a formado a miles de profesionales, incluso de múltiples naciones del Tercer Mundo,  y lo que hoy es un reclamo en Chile, en la Patria de José Martì,  es un derecho.

Junto con la salud, el deporte y la cultura, la educación recibe el mayor aporte financiero del Estado cubano para su desarrollo y perfección, conscientes de su importancia para seguir adelante en la construcción del socialismo. 

Agencias de noticias vuelven  a reflejar  la salida a las calles de miles de estudiantes en Santiago de Chile en busca de  educación pública gratuita y de calidad, reprimidos por la  policía. En Ciego de Ávila, como en toda Cuba,  su estudiantado disfrutan del presente y miran seguros  al futuro.